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Mostrando las entradas etiquetadas como Domingo XXIII TO

Calcular

  "Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí,  no puede ser discípulo mío."   (Lc 14,25-33).  El discipulado tiene unas condiciones costosas y claras. Solo desde la gracia y la fe se pueden alcanzar. La familia e incluso la propia vida hay que posponerlas. La cruz hay que llevarla. Y todo requiere oración y discernimiento. Sin prisas y sin pausas. Jesús es claro con sus discípulos. Él sube a Jerusalén. Allí abrazará la cruz redentora, la cruz con la que borrará el pecado del mundo. Y advierte a quienes quieran seguirle que no podrán hacerlo si no toman su cruz en la vida y sigue sus pasos. Por su cruz nos viene la vida. Ser discípulo es reconocerle como Maestro y Señor. No escuchar a nadie más, seguirle en lo que propone y dice, aprender de Él, hacer de su palabra enseñanza y transformación de nuestra vida. El discípulo lo busca, lo sigue, no entiende la vida sin el Maestro. Tenemos que aprender a priorizar. Jesús nos pide decidir qué forma elegimos de vivir ...

En medio de nosotros

"Porque donde dos o tres  están reunidos en mi nombre,  allí estoy yo en medio de ellos. " (Mt 18,15-20). La presencia del Señor en medio de la comunidad de sus discípulos es un acontecimiento realmente extraordinario. Es curioso que cuanto más se sufre la lejanía de Dios, Él sigue haciéndose presente en su comunidad. Pero este modo es desestimado por el individualismo reinante hoy. La fuerza que tiene lo comunitario está demostrada. Cuando nos unimos por una causa Dios se hace presente en medio de nosotros. Es el antídoto contra la soledad, el individualismo y el egoísmo. Nunca encontraremos a Dios en la exaltación egoísta del yo ni en el individualismo que nos aísla. Él nos espera en la unión concorde de los que rezan y sirven a los demás Rezamos repitiendo Padre Nuestro, porque ya nada es mío, ni la propia vida. Sólo tiene sentido el relato de nuestras vidas cuando nos asociamos para la construcción del Reino. Que venga a nosotros hoy. Ser hermanos es perdonar. Ser herman...

«Cristo no quita nada y lo da todo»

  "Así pues, todo aquel de entre vosotros  que no renuncia a todos sus bienes  no puede ser discípulo mío".   (Lc 14, 25-33)   El Evangelio es exigente. Jesús vuelve a recordarnos la importancia de la sencillez de vida. En una sociedad, donde lo exigente cuesta, debemos recordar que lo importante en la vida "exige" un compromiso. Muchos se apuntan a ser cristianos, pero no viajan con Jesús: se quedan en el punto de partida y no empiezan el camino, o abandonan pronto, o hacen otro viaje con otros compañeros El Señor pronuncia un discurso poco atractivo y muy exigente: quien no lo ama más que a sus seres queridos, quien no carga con su cruz, quien no se despega de los bienes terrenos no puede ser su discípulo. Hay una tendencia muy natural a apegarnos a todo aquello que nos ofrece seguridad. Personas, lugares, costumbres, actividades que repetimos una y otra vez recibiendo pequeñas compensaciones. Lo que nos ofrece Jesús es liberarnos de lo que n...

Líbrame

«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos»   (Mc 7, 31-37) En plena era de la comunicación, estamos más sordos y mudos que nunca. Nosotros somos los ciegos, los sordos y los mudos. La pregunta es si queremos ver, oír, y hablar… porque todo ello viene con una carga innegociable de hondura, compromiso y exigencia. ¡Sal de tu aislamiento! ¡Acércate a los demás, a su realidad, a sus sufrimientos! La sordera nos hace insensibles a las voces de quienes sufren injusticias. La falta de palabra nos hace cómplices, cobardes, conformistas, egoístas.    Necesitamos de nuevo ese «Effetá» que toque no sólo nuestros oídos y labios, sino lo hondo de nuestro corazón, que abra de par en par nuestra vida a Dios y a los hermanos... El Señor nos “Abre” para salir de nosotros mismos y dejarnos tocar los oídos, la lengua y el corazón. 'Effetá'  Abrirse a las propuestas de los otros, a aquello que nos hace sentir, al encuentro que enriquece,...