"Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío." (Lc 14,25-33). El discipulado tiene unas condiciones costosas y claras. Solo desde la gracia y la fe se pueden alcanzar. La familia e incluso la propia vida hay que posponerlas. La cruz hay que llevarla. Y todo requiere oración y discernimiento. Sin prisas y sin pausas. Jesús es claro con sus discípulos. Él sube a Jerusalén. Allí abrazará la cruz redentora, la cruz con la que borrará el pecado del mundo. Y advierte a quienes quieran seguirle que no podrán hacerlo si no toman su cruz en la vida y sigue sus pasos. Por su cruz nos viene la vida. Ser discípulo es reconocerle como Maestro y Señor. No escuchar a nadie más, seguirle en lo que propone y dice, aprender de Él, hacer de su palabra enseñanza y transformación de nuestra vida. El discípulo lo busca, lo sigue, no entiende la vida sin el Maestro. Tenemos que aprender a priorizar. Jesús nos pide decidir qué forma elegimos de vivir ...