En medio de nosotros


"Porque donde dos o tres 
están reunidos en mi nombre, 
allí estoy yo en medio de ellos."
(Mt 18,15-20).


La presencia del Señor en medio de la comunidad de sus discípulos es un acontecimiento realmente extraordinario. Es curioso que cuanto más se sufre la lejanía de Dios, Él sigue haciéndose presente en su comunidad. Pero este modo es desestimado por el individualismo reinante hoy.

La fuerza que tiene lo comunitario está demostrada. Cuando nos unimos por una causa Dios se hace presente en medio de nosotros. Es el antídoto contra la soledad, el individualismo y el egoísmo. Nunca encontraremos a Dios en la exaltación egoísta del yo ni en el individualismo que nos aísla. Él nos espera en la unión concorde de los que rezan y sirven a los demás
Rezamos repitiendo Padre Nuestro, porque ya nada es mío, ni la propia vida. Sólo tiene sentido el relato de nuestras vidas cuando nos asociamos para la construcción del Reino. Que venga a nosotros hoy.


Ser hermanos es perdonar.
Ser hermanos es acompañar al otro para que sea él.
Ser hermanos es sentir al otro como parte de lo que tú eres.
Ser hermano es ver al otro y sentir que es parte de tu familia.
Ser hermanos es conocer y amar al prójimo.
Ser hermanos es sentarse a la misma mesa y compartir lo que tenemos y somos.
Ser hermanos es cuidar al prójimo


El perdón es difícil para el individuo y por eso Jesús nos pide que nos unamos, que formemos una comunidad de hombres y mujeres unidos en su nombre. El crecimiento de la hermandad es el tesoro de la historia, la única inversión que siempre produce un verdadero crecimiento.

Hemos de ser testimonio y ejemplo cristiano para nuestros niños y jóvenes. En nuestra mano está ofrecerles ese espejo para que puedan aprender a caminar en la fe de Cristo.

Si el amor te escogiera
Si el amor te escogiera y se dignara
llegar hasta tu puerta y ser tu huésped
¡Cuidado con abrirle e invitarle,
si quieres ser feliz como eras antes!
Pues no entra solo: tras él vienen
los ángeles de la niebla; tu huésped solitario
sueña con los fracasados y los desposeídos,
con los tristes y con el dolor infinito de la vida.
Despertará en ti deseos que nunca podrás olvidar,
te mostrará estrellas que nunca viste antes;
te hará compartir, en adelante,
el peso de su tristeza divina sobre el mundo.
¡Listo fuiste al no abrirle! y, sin embargo,
¡qué pobre, si lo echaste de un portazo!

(Sidney Rosey Lysagth)






 

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