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Mostrando entradas de enero, 2016

Ser discípulos

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Te damos Gracias ,  Señor Jesucristo Misericordioso porque en Ti,  tu Palabra se hace Vida que nos llama  y nos invitas a seguirte para ser discípulos tuyos,  y cumpliendo la misión a la que tú nos envías. Sabemos que cumplir tu misión cada día,  seguirte  y hacer tu Voluntad diariamente,  no es siempre fácil... Pero aún así, te pedimos que Tú nos ayudes a ser fieles  y a seguirte en todo momento, a pesar del cansancio,  o de todos esos momentos de desánimo o temor. Te pedimos perdón por todos esos instantes    en los que nos apartamos de Ti por miedo o dificultad. No permitas que la apatía, sufrimiento o dificultades  nos alejen ni nos aparten jamás de Ti, ni de tu Amor. Ten Misericordia y no nos dejes caer en la tentación  del pesimismo, tristeza, desgana ni de abatimiento,  y que tu Espíritu nos guíe,  nos anime e impulse a predicar tu Evangelio  con alegría y sin cansancio,  y compartiendo cada día con nuestros hermanos tu Paz, tu Esperanza, tu Amo

Instrumentos del Padre

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“Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” (Mc 4,38).     Jesús se echa a dormir,  para que se despierte nuestra fe  y se ponga en marcha la solidaridad  entre generaciones y pueblos.   "La economía, como la misma palabra indica,  debería ser el arte de alcanzar  una adecuada administración  de la casa común,  que es el mundo entero…  Os exhorto a la solidaridad desinteresada  y a una vuelta de la economía y las finanzas  a una ética en favor del ser humano" (Papa Francisco, EG) .   “Estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios  para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo  y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud”   (Laudato si).      Orar es adherirnos a Jesús e ir de prisa  a poner nuestro granito de arena  para ayudar a los más pobres.   Yo callo y sigo contigo.  Yo callo y te quiero.

El Reino de Dios requiere nuestra colaboración

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Las dos pequeñas parábolas hablan de confianza.     Jesús anuncia el Reino de Dios.     A veces encuentra buena acogida,     y conoce también fracasos.   Pero sobre todo está convencido     de que el proyecto de Dios saldrá adelante.   La simiente lanzada es de buena calidad   y el Reino que él vive y predica viene de Dios.   Invita a no desanimarnos    cuando los frutos son poco vistosos     o el crecimiento es más lento de lo que quisiéramos.     "De estas dos parábolas  nos llega una enseñanza importante:  el Reino de Dios requiere nuestra colaboración ,  pero es, sobre todo, iniciativa y don del Señor.  Nuestra débil obra, aparentemente pequeña  frente a la complejidad de los problemas del mundo,  si se la sitúa en la obra de Dios  no tiene miedo de las dificultades.  La victoria del Señor es segura:  su amor hará brotar  y hará crecer cada semilla de bien presente en la tierra.  Esto nos abre a la confianza y a la esperanza,