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De los labios de Jesús salen palabras de perdón...



“Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: 
Hijo, tus pecados quedan perdonados” (Mc 2,5)  


Jesús se encuentra cara a cara con el paralítico.

No se trata apenas de la fe del paralítico, 
sino también de quienes lo han acompañado hasta Jesús.

Cuatro personas han quitado obstáculos 
para que se produjera el encuentro.

Aquella fe ha hecho posible 
que la misericordia de Dios 
libertase a aquel hombre de sus parálisis.

Jesús le hace saber 
que sus males no son un castigo divino, 
y lo invita a dejarse llenar de su amor 
que transforma y hace vivir con plena dignidad.

Jesús mira lo profundo del ser humano, 
allí donde brotan los sentimientos más genuinos, 
las necesidades más básicas y actúa, 
como ve que actúa el Padre de los cielos.

De  sus labios salen palabras de perdón, 
de ternura y compasión.

Las gentes, acostumbradas a escuchar 
el lenguaje de la culpa que pasa de unos a otros, 
escuchan con agrado este lenguaje desconocido del perdón.

“El perdón es el instrumento 
puesto en nuestras frágiles manos 
para alcanzar la serenidad del corazón”.  

Todos glorifican a Dios 
cuando perciben los frutos de la misericordia, 
y no la rigidez de la ley.

Orar es ponerte ante Jesús 
y dejar que su vida te alcance.

“Dios responde con la plenitud del perdón”.  

Deja que Jesús te mire.  

Aprende a perdonarte y a perdonar.

“El amor no lleva cuenta del mal, todo lo excusa, 
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13).  

- Haz, Señor Jesús, que sepamos experimentar 
cada día la misericordia del Padre, 
y que nuestra vida dé testimonio de ella.


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