Jesús revela la misericordía de Dios
El Papa
Francisco habla
de la
«cercanía
sencilla y
misericordiosa»
de los pastores.
Es lo que
hace Jesús con
los «enfermos» y
«pecadores»
que, al fin y al
cabo, somos
todos nosotros.
El evangelio lo
personifica hoy
en Leví
y en los
que comparten la
mesa.
“Al pasar, vio a Leví….
Y le dijo: ‘Sígueme’…
Un grupo de publicanos y pecadores
Y le dijo: ‘Sígueme’…
Un grupo de publicanos y pecadores
se sentaron con Jesús y sus discípulos” (Mc 2,15).
Jesús de Nazaret
sale, mira, se encuentra,
se sienta a compartir la comida con los alejados,
los
descreídos, los de mala fama.
Su gesto
provoca y altera.
“Con su palabra, con sus gestos
y con toda su persona revela
la misericordia de Dios”.
“Una credibilidad a menudo perdida puede renacer,
cuando la Iglesia vive la confianza, el perdón, la compasión, y acoge desde la
alegría y la sencillez” (Hermano Roger).
El gesto cristiano
para entrar en comunión con Dios
es una comida compartida por todos los creyentes,
con presencia de pobres y marginados.
Para
nosotros,
compartir la
mesa de la
Palabra
y de la
Eucaristía es
signo de buscar
la proximidad de
Jesús
para que
nos cure de
nuestras
«enfermedades».
Y para aprender
sus mismas
actitudes en
relación a los
demás.
Esa es la mejor memoria de Jesús.
Orar es saborear
silenciosamente el encuentro con Dios, esperar sus señales, dejarse sorprender
por Él,
aprender a compartir tu vida.
- Danos,
Señor Jesús,
aquel deseo que
las gentes
tenían de ir a
tu encuentro
y
de querer
aprender de ti.
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