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Mostrando entradas de septiembre, 2015

A donde tú vayas, yo voy.

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“Tú vete a anunciar el reino de Dios” (Lc 9,60) Seguir a Jesús es algo serio,  requiere prontitud, desprendimiento  y harto ánimo para afrontar dificultades.  Pero si escuchas en tu interior su invitación  a caminar con Él,  ten la certeza de que su presencia amorosa te rodea  y envuelve tu vida delicadamente. Ser cristiano es: La disponibilidad total al Evangelio. El compromiso total con la construcción del reino. Tener como única meta y estilo de vida a Jesús. Para ello la imagen de Jesús  tiene que estar bien grabada en el corazón. No se pueden poner condiciones. Ni caer en quejas sobre las piedras del camino. Ni caer en peticiones de rebajas. Es entregarse totalmente como él se entregó. No mirando al pasado  sino proyectándose al futuro incondicional. Me fio de ti, Jesus.    ¡Envíame!  A donde tú vayas, yo voy.  Llévame en la palma de tus manos, alienta mi débil fe.

Dame tu Espíritu

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ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL     “Veréis el cielo abierto” (Jn 1,51)    Jesús hace a sus discípulos una promesa. Con sus palabras y con el don de su vida nos ha revelado la gloria-amor del Padre a la humanidad. Acércate a Jesús. Déjate mirar por Él. Aprende a vivir como El, en el ámbito de Dios,  que es el de la vida.   ¡Oh Dios mío!,  aclara mi mirada para que se vuelva hacia Ti. Ahora que estoy sedienta, sáciame. Ahora que soy débil, fortaléceme. Dame tu Espíritu.

Dame, Señor, un corazón de niño.

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“El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí” (Lc 9,48). Los discípulos discuten sobre quién es el más importante.  No han comprendido nada de la lección de Jesús,  que va entregando la vida por los caminos. Pide al Espíritu que te haga caer en la cuenta de que la acogida  y el servicio son los rasgos esenciales del seguidor de Jesús. Dame, Señor, un corazón de niño,  capaz de abandonarme en las Manos del Padre, como Tú.  Que busque más servir, que ser servido.

Cuando Tú nos invades, Señor… nos haces todo Amor.

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Oración Tú te das cuenta, Señor, de todos los detalles. Tú conoces nuestras necesidades, nuestros egoísmos y miserias te son familiares, pero te alegras por cada pequeña cosa que hacemos por el otro. Tú nos presentas mil ocasiones de amar a lo largo de la vida cotidiana, como son: la sonrisa al que vive a nuestro lado, la disculpa al que comete un error, el agradecimiento a quien nos sirve, la broma al que nos encontramos, la preparación de cualquier alimento, recoger lo del otro, sin quejarnos, suplir, sin pasar factura, disculpar a quien nos hirió… Tú nos haces caer en la cuenta de la necesidad de un telefonazo oportuno, de una carta de acompañamiento, de una felicitación a alguien lejano, de una visita al que está solo, de una caricia estimulante, de un gesto gratuito y con amor, de un aplauso de reconocimiento y del más mínimo detalle hacia cualquiera. Tú potencias en nosotros el Amor, impulsándonos a: abrazar expresando el cariño, guiñar el oj