“¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?” (Mt 9,14-15) Estos son los tres pilares que nos ayudaran en nuestro camino hacia la Pascua: ORACIÓN, que nos lleva a lo más íntimo del ser, al encuentro con el amor de quien nos ha creado. AYUNO, para valorar lo importante, aprender el desapego y buscar lo esencial de la vida. LIMOSNA, que nos saca del egoísmo, del propio ombligo y nos descubre a Cristo en el pobre. La oración cuaresmal busca la raíz. En ella está el Señor. Al buscarle, mientras avanza la noche, contacta con las antiguas heridas del alma, colgadas de un estéril abismo. Y allí contempla al Señor que sana, da calor, abona ternura y nutre sus fondos con luz y esperanza. El ayuno cuaresmal refiere al pobre, amigo y hermano, verdadera presencia de Aquél al que buscas. Al ayunar de los bienes de este mundo abrasivo y contaminante, desvías la mirada y la voluntad hacia los excluidos. Así, tu ayuno es...