Delante de Dios




“Cuidad de no practicar 
vuestra justicia 
delante de los hombres 
para ser vistos por ellos” 
(Mt 6,1-6.16-18)

El postureo no es nada nuevo.
Jesús ya advertía acerca de él 21 siglos atrás

En un mundo donde triunfan la imagen y la apariencia, valorar los pequeños gestos que pasan desaparecidos se convierte en algo contracultural.

En lo secreto.
En lo escondido.
En lo humilde.
En la intimidad más honda de tu ser es donde Dios fija su mirada y escucha tu oración.
De nada valen las apariencias ante quien nos conoce más que nosotros mismos.
Y el amor es el que da valor a cada pequeño gesto.

¡Dichoso el que obra en verdad!
Dichoso el que vive su fe no de cara a los hombres, buscando siempre la recompensa, el reconocimiento, la palmadita en la espaldas del responsable de turno, sino de cara a Dios, que ve en lo escondido y nos lo premiará
¡La fe es intimidad!


Lo que Jesús quiere y anuncia es que:
Vivamos en la verdad.
Pensemos con la verdad.
Seamos testigos de la verdad.
Que es una manera de vivir delante de Dios.
Que es un manera de vivir ante los ojos de Dios.
Que es una manera de ser delante de Dios.

¡Qué hermosa la mirada y la sonrisa del que vive delante de Dios y no de cara a los hombres!
Si logramos ser fieles a la voz de Dios en nuestro interior, entonces realizaremos nuestro fin como creaturas: ser felices.





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