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Mostrando las entradas etiquetadas como oración

Sanar para servir

  «Es necesario que proclame el reino de Dios  también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado» .  (Lc 4,38-44). Los discípulos le ruegan a Jesús que cure a la suegra de Pedro a lo que él accede de inmediato. Es el poder de la oración comunitaria por la que se manifiesta la comunión de los santos.   "Reza por mí", "rezo por ti", son formas de proclamar públicamente nuestra fe y de decirnos: "ánimo, no estamos solos". Jesús cura y al momento «Ella, levantándose, se puso a servirles» Una vez más, se nos muestra la compasión y el poder sanador del Hijo de Dios. Al pasar a nuestro lado, sana nuestras limitaciones pero no nos quedamos mirando lo que ha hecho sino que tenemos la necesidad de levantarnos a servir a los demás para que también ellos lleguen a conocerle y vean lo que hace por nosotros. ¿Qué "fiebres" te tiene paralizado y te impide ponerte al servicio de los demás? “Los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los l...

"Pedid y se os dará"

  "¿Cuánto más el Padre del cielo dará  el Espíritu Santo a los que le piden?"   (Lc 11,1-13).   Cuando uno de los discípulos le pide a Jesús "enséñanos a orar", el Señor nos enseña el Padre nuestro: no cabe la primera persona del singular sino del plural, nos mete de cabeza en el misterio de Dios y en la fraternidad universal, sólo puede rezarse desde el Espíritu de Jesús. Señor, enséñame a orar con fe, constancia y confianza, creyendo en tu amor de Padre  que siempre cuida de mí.    Señor, enséñanos a orar .  Esta es la petición, Señor, que seguimos haciendo cada día, para que nos enseñes a orar en espíritu y verdad,  en silencio, en sencillez, en abandono,  una oración auténtica, que busque tu ser en amor,  una oración que nazca de la realidad,  que esté atenta a los más necesitados, a los marginados,  a los descartados, a los que no cuentan… una oración que me haga menos mío y más tuyo. La oración que Jesús nos ens...

No tengamos miedo

  «¡Señor, sálvanos, que perecemos!».   (Mt 8,23-27). Las tempestades de la vida sobrevienen cuando menos lo esperamos. Sacuden nuestras seguridades y certezas, y muestran la vulnerabilidad de nuestra barca. Nos creemos solos, pero Jesús está. Lo creeremos dormido. Él espera que pase el miedo y nuestra fe lo despierte. El mar embravecido revela el caos del mundo. Jesús duerme: su Paz no depende de las circunstancias. Los discípulos claman, y Él calma el viento con Su Palabra. Hoy también las olas rugen. Pero ¡Él está en la barca! "¡Señor, sálvanos que parecemos!" En nuestra situación frágil y vulnerable solemos acudir al Señor buscando ayuda. No parece la mejor actitud ni la autosuficiencia ni la resignación. Los creyentes buscamos una mano fuerte y segura donde agarrarnos para no perecer. Al final, la fe supone una actitud razonable. A lo largo del tiempo esa paz que buscamos se ve amenazada por tormentas. Todo se tambalea y las olas parecen hundirnos. Ahí nuestra orac...