Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como enemigos

Nuestra identidad

  "Amad a vuestros enemigos  y rezad por los que os persiguen."    (Mt 5,43-48). A lo largo de una vida vamos dejando rastro. Miramos hacia atrás y agradecemos a las personas que nos han hecho bien. Amistades que permanecen. Personas que nos dejan pero con un gran recuerdo. Y también personas que reabren viejas heridas. Ingratitudes, olvidos dolorosos, conflictos enconados. Rencor y dolor por sentirnos maltratados. Hoy oremos buscando reconciliarnos. "Era necesario". No seríamos quienes somos hoy sin la larga lista de éxitos y fracasos que vamos sumando. Son muchas las características singulares del cristianismo: una de las más conocidas es el amor a los enemigos. Jesús, después de anunciar las bienaventuranzas, y como consecuencia de vivir las mismas, dirige a sus discípulos este imperativo: "Amad a vuestros enemigos". La vida del creyente no es fácil, no podemos conformarnos con amar a los que están cerca de nosotros. En el amor está el evangelizar, m...

Somos hijos

  "Amad a vuestros enemigos  y rezad por los que os persiguen,  para que seáis hijos de vuestro Padre celestial."   (Mt 5,43-48).   Nos reconocen como hijos porque nos parecemos a nuestros padres. Con Dios pasa lo mismo, en el revelar nuestro amor, se va perfilando que somos sus hijos. En la generosidad de acompañar, de tratar con alegría a los demás. En atender a las necesidades del otro con atención y cariño.   Hay tanta bondad y creatividad derramada en cada historia personal que es injusto que las bombas hagan más ruido que los besos. Amar a los enemigos nos lleva pensar en perder. Pero no es así, amar es ganar, ganar una relación entre iguales, es facilitar un encuentro con verdad, es ganar desde el perdón, es ver al otro, no desde el dominio y la fuerza, sino desde la igualdad y la fraternidad. Amar al enemigo, pedir por los que nos persiguen, esta es la revolución del Evangelio. La de cambiar las cosas de verdad, la de darle la vuelta a nuest...

Subir

  «Tomó la decisión de ir a Jerusalén»     (Lc 9,51-56).   En ocasiones en la vida debemos ser capaces de afrontar situaciones nuevas que no siempre son fáciles, pero que se hacen necesarias a la hora de llevar a cabo nuestra misión. Sólo desde la confianza en Él seremos. Jesús, el Siervo del Amor, está decidido a ir a Jerusalén, donde le espera la cruz. Quiere que el Plan del Padre se cumpla plenamente en él, a través de su Pascua. Aprende de Jesús que en el camino encuentra hostilidad y rechazo por parte de unos y expectativas de un mesianismo espectacular y poderoso por parte de otros. Su actitud es siempre de misericordia y no destrucción. Su confianza está en el Padre, en Él se abandona totalmente. Señor danos tu Espíritu de amor,   para que curemos el egoísmo con generosidad,   venzamos la mentira con la verdad,   ganemos al orgullo con humildad y superemos la guerra con la paz .  Cúrame, Señor, con tu mirada. Solo así podré perdon...