Amor y misericordia
“¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos?” Si estas contento eres un idealista, si te pones serio un fundamentalista, y todo por no querer ver que Dios está con nosotros, nos invita a vivir y da miedo esa invitación por tener que cambiar la vida y acogerlo en plenitud.
Nunca estamos contentos con nada. Jesús es como es, cura a muchos, no pregunta de quién o de dónde son. Come con pecadores porque tiene una propuesta para hacerles. Tenemos nuestro prejuicio y desde él juzgamos, tenemos nuestro parecer y desde él imponemos. Nos cuesta vivir en este mundo con la mirada de compasión que lleva al compromiso, con la mirada de misericordia que lleva al perdón.
“Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Eso decían de Jesús. Una crítica y un juicio con el deseo de difamar, de restar autoridad, de justificar la abierta oposición y rechazo. Se crea una opinión y un prejuicio sin conocerle. Y en la intención de Jesús solo hay un deseo de estar cerca de los que se sienten perdidos, alejados, rechazados. Por eso Jesús dirá: "Amor y misericordia quiero, no sacrificios. Conocimiento de Dios, más que holocaustos". (Os 6,6) Amemos más y juzguemos menos.
Que la Virgen María nos ayude a no ser como esa generación caprichosa, sino a tener un corazón humilde y obediente como el suyo.
Santa María, Madre de Dios,
Tú que escuchaste con fe el mensaje del ángel
y dijiste “hágase en mí según tu
palabra”,
enséñanos a confiar como tú.
Líbranos de la indiferencia y del orgullo
que ciegan el corazón de esta generación.
Haznos dóciles a la voz de Dios,
prontos para servir y generosos para amar.
Que, como tú,
vivamos con humildad,
guardando la Palabra en el corazón
y cumpliendo siempre la voluntad del Padre.
Acompáñanos en el
camino hacia tu Hijo Jesús,
para que un día podamos alabarlo contigo en el cielo.
Amén.



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