Ir al contenido principal

Sanar para servir

 

«Es necesario que proclame el reino de Dios  también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado»
(Lc 4,38-44).

Los discípulos le ruegan a Jesús que cure a la suegra de Pedro a lo que él accede de inmediato. Es el poder de la oración comunitaria por la que se manifiesta la comunión de los santos.  "Reza por mí", "rezo por ti", son formas de proclamar públicamente nuestra fe y de decirnos: "ánimo, no estamos solos".

Jesús cura y al momento «Ella, levantándose, se puso a servirles» Una vez más, se nos muestra la compasión y el poder sanador del Hijo de Dios. Al pasar a nuestro lado, sana nuestras limitaciones pero no nos quedamos mirando lo que ha hecho sino que tenemos la necesidad de levantarnos a servir a los demás para que también ellos lleguen a conocerle y vean lo que hace por nosotros.

¿Qué "fiebres" te tiene paralizado y te impide ponerte al servicio de los demás?


“Los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban”.
Cuando crece la opinión de que Dios no puede hacer nada por nosotros, ¡qué reconfortante es escuchar estas palabras! Pon tus males y los males de los que te rodean ante Jesús. Jesús tiene poder para curar, para levantar a los caídos, para poner de nuevo en pie la esperanza.  

En el horizonte de mi esperanza, Tú estás.  En mis enfermedades y dolencias, Tú estás.  En mi vida de cada día, Tú siempre estás.  Yo te llamo con fe.  


“Al hacerse de día, salió a un lugar solitario”.
Tras un largo día de atención a una muchedumbre de enfermos hasta altas horas de la noche, Jesús se levanta al amanecer y busca un lugar apartado para orar. Sentir la presencia del Padre y entrar en diálogo íntimo con él es una necesidad aún más decisiva que el aire que respira.

Piensa en esto: Jesús siempre ora; su contacto con el Padre Eterno es constante; Jesús siempre está enseñándonos la importancia de la oración.

Señor, dame la gracia de encontrar momentos de silencio para estar contigo,  y descargar en ti mis agobios y preocupaciones,  confiando en tu amor y misericordia.  Señor, ayúdame a encontrar en la oración la fuerza para servir con amor  y fidelidad a tu llamada. Amen


«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado». 
Jesús quiere que todos conozcan su mensaje. Esa es ahora nuestra tarea. Que ningún pueblo, ninguna persona, ningún rincón del mundo se queden sin conocerlo. No se conforma con su gente, que lo quieren detener y retener, para que solo se beneficien ellos. Desde el primero momento es y se da para todos. Su misión es anunciar el reino de Dios con gestos y palabras, con la presencia en medio de nuestro mundo. El anuncio de algo nuevo, de una manera nueva de entender la relación con Dios. Somos todos misioneros. Todos anunciamos con nuestra vida cómo estamos, lo que llena nuestro corazón. Si está Jesús vivo en él, lo contagiamos sin casi proponérnoslo. Si estamos cansados, agobiados, asustados y miedosos, eso es lo que compartimos. Jesús vive con urgencia la necesidad de iluminar otras vidas. Que su luz saque de las tinieblas a tantas vidas que andan perdidas y en la oscuridad. Nos pide que le prestemos lo que somos para llegar a la multitud.


Señor Jesús, Tú que pasaste haciendo el bien,
sanando a los enfermos y anunciando el Reino de Dios, hazme dócil a tu Palabra y disponible para tu misión.

Que no me quede encerrado en mis seguridades, sino que, como Tú, lleve tu luz
a quienes aún no la conocen.

María, Madre que acogiste el Reino en tu corazón, enséñame a decir “sí” cada día,
a confiar en los caminos de Dios
y a servir con sencillez a mis hermanos.

Jesús, enviado del Padre,
aquí estoy: envíame también a mí.
Amén.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...