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Mostrando las entradas etiquetadas como Miércoles XXIV TO

Hagas lo que hagas

  "Mirad qué hombre más comilón  y qué borracho,  amigo de publicanos y pecadores.”     (Lc7,31-35).     Jesús critica a su generación: buscan señales pero desoyen la sabiduría. Este rechazo al mensaje divino refleja una sociedad ciega ante la verdad, atrapada en el ruido y la superficialidad. En un mundo que ignora la esencia, la salvación se convierte en un eco distante. En muchas ocasiones los creyentes tenemos la impresión de vivir desacompasados con nuestro mundo: "Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado..." Es posible que el reino de Dios crezca así, en la falta de sintonía. Pero la verdad y la sabiduría están de su parte. «¿A quién compararé los hombres de esta generación?» Que ni bailan ni dejan bailar, vivimos un tiempo en el que la libertad está en peligro, todo debe ser dirigido por el pensamiento único y cuando se construye una vida desde una forma de hacer distinta es insultado y marginado. Y si hoy pedimos al ...

Valemos

  «Tocamos la flauta y no bailáis,  cantamos lamentaciones y no lloráis»   (Lc7, 31-35). En la vida nos hacemos los cómodos y preferimos estar quietos a ponernos en movimiento y hacer realidad nuestros dones. Lo peor, es que no permitimos que nos saquen de la comodidad para que la fe se extienda. La generación de Jesús, como la nuestra, está indefinida y es incomparable. No se conmueve ante las situaciones de dolor y permanece indiferente ante las de alegría. La ausencia de sabiduría y el vacío de Dios la lleva a actitudes absurdas y horizontes estériles. Sorprende que el mensaje de la salvación no sea mejor aceptado o que el Señor que no hizo otra cosa que amar, perdonar y sanar, sea mayoritariamente rechazado. Existe una verdadera discordancia entre la Buena Noticia y su aceptación cordial. Hemos de preguntarnos por ello. Tenemos que conocernos mejor, agradecer más lo que nos rodea y a los que están con nosotros. Miremos la realidad con los ojos de Dios e int...

La maternidad de María nos consuela.

    «Ahí tienes a tu madre.»   (Jn 19,25-27)   Ayer contemplábamos la cruz como señal inequívoca del amor de Dios a los hombres. Hoy la Iglesia contempla a María junto a la cruz de su Hijo. Así María, es la primera que sufriendo con su Hijo moribundo en la cruz, cooperó de un modo absolutamente especial en la obra del Salvador. Recibir a María en nuestra casa es acoger a la ternura, a la confianza total en Dios. Al permanente sí a lo que Dios nos pide. María también sabe de dolores, de sufrimientos, de soledades. Por eso nos comprende y ayuda. El mundo tiene una gran necesidad de compasión y la fiesta de la Santísima Virgen María de los Dolores nos da una lección de verdadera y profunda compasión. María sufre por Jesús, pero también sufre con él y la pasión de Cristo es participación en todo el dolor del hombre. Podemos vivir con paz y serenidad nuestro dolor, es el mensaje de Cristo crucificado y de María dolorosa, pues el dolor habita también en el...