"¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!" (Mt 25,1-13). El Evangelio siempre anima a compartir. Es más profundo el mensaje de Jesús. Lo que no te puedo dar es ni mi fe, ni mi amor, ni mi esperanza. La experiencia de Dios es tan personal que no se puede entender hasta que tengas tú la tuya. La parábola de las diez vírgenes no plantea un problema por el compartir. La generosidad es importante, y más si se tiene. La cuestión es el cuidado que damos a nuestra fe y nuestra vida espiritual. Como llenamos las alcuzas. Esto es algo personal e intransferible. El Evangelio del día nos invita a vivir siempre con las lámparas encendidas sin que se nos agote el aceite de la oración, el servicio, el amor. Así podremos ser luz en cada rincón de la vida. Estar inmersos en esa preparación para entrar en el banquete de bodas da sentido y esperanza a la vida del ser humano....