Para iluminar

 


“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”
 (Mt 25,1-13).

Es el grito definitivo. La existencia entera tiende hacia ese objetivo: en encuentro con el esposo. Toda la vida para prepararse y a muchos les cogerá de sorpresa. Y no habrá excusa: el grito final está anticipado cada momento por voces proféticas que advierten de su gravedad.

Habla la parábola de vírgenes necias y prudentes. Yo prefiero hablar de personas despiertas o dormidas. Llega a nuestra vida la oportunidad de descubrir con asombro lo amados que somos, lo valiosos, lo capaces, los únicos que somos. Hay personas que siempre parecen llegar tarde a todo. Y no es que no les digan, que no les abran, que sean rechazadas. Es que Jesús cuando nos llama lo hace como amigos, no como siervos. Nos quiere con traje de fiesta, con lámparas que iluminen todo lo maravilloso que nos pasa.

La necedad y la prudencia se ponen a prueba en los retos de la vida. La necedad vive sin previsiones, el día es lo único que existe, disfrutando el momento presente. La prudencia es previsora, busca el sentido, mira al mañana con esperanza. La fe enciende su lámpara.


«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!»
Levantarnos y estar preparados, no para esperar lo que venga, sino para salir al encuentro de lo mejor que nos ha pasado y está por pasarnos. Ir al encuentro es señal de no querer conformarnos y hacer de la vida testimonio y esfuerzo.


"Y salieron al encuentro".
Cuando llegue la noche de la dificultad, la duda, el desánimo... ten preparada la luz de la confianza. Dios llamará a tu puerta cuando menos te lo esperes... tengamos siempre las lámparas encendidas sin que se nos agote el aceite de la oración, el servicio, el amor. Así podremos ser luz en cada rincón de la vida.

La fe inspira la caridad y la caridad custodia a la fe. Estar preparado significa escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús, que pueden resumirse en el mandamiento del amor. Nos compromete con la construcción de un mundo mejor, más justo y fraterno.

Señor, tú nos conoces, sabes de nuestras fragilidades y carencias. Haz que no olvidemos la importancia de salir a tú encuentro, 
con el aceite de la fe, esperanza y caridad en nuestras alcuzas, 
en las personas y situaciones que pones en nuestro camino.
 

 

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