Las obras son las que mejor hablan de lo que cada uno lleva en el corazón. Las obras son las que mejor hablan de Dios. Ofrece gratuitamente a todos los frutos que Dios hace nacer en tu tierra.
La boca nos delata. Hay quienes, en toda circunstancia, tienen palabras de condena y al mismo tiempo, se sienten víctimas de todos, menos de sus propias actitudes. Otros, en cambio, prefieren el silencio o la defensa de los calumniadores, aunque sean tenidos por alguno de ellos.
Que nuestro corazón rebose de todo aquello que hace bien a los demás, que los convierte en hermanos a los que cuidar, para que palabras, gestos y compromisos construyan fraternidad y encuentro. La generosidad tiene que formar parte de nuestro ser discípulos. Del corazón de Jesús rebosa el amor sin medida, la entrega total, la compasión sin límites, la misericordia infinita... ¿Qué llena y rebosa tu corazón?
Si queremos que nuestras palabras sean buenas, necesitamos llenar nuestro corazón de lo bueno, como hizo María: oración, escucha de la Palabra, amor a Dios y a los demás. María puede ayudarnos a formar un corazón semejante al suyo, para que lo que salga de nuestra boca refleje la presencia de Dios en nosotros.
María, Madre de Jesús y Madre nuestra,
tú que guardabas todo en tu corazón
y tus labios proclamaban la grandeza del Señor,
enséñanos a llenar nuestro corazón
de amor, fe y esperanza como tú.
Que nuestras
palabras reflejen
la bondad que tú sembraste en tu vida,
y que, al hablar, otros puedan descubrir
la presencia de Dios en nosotros.
Amén.
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