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Mostrando las entradas etiquetadas como Lunes XXIV TO

No soy digno

  "Jesús se puso en camino con ellos.  No estaba lejos de la casa" .  (Lc 7,1-10).   Cuando uno confía en el Señor, allana el camino para que él intervenga. El centurión confiaba plenamente en Jesús. Por eso dice que no es necesario que entre en su casa (le evita así incurrir en impureza) que basta que lo diga de palabra para que su criado quede sano. Y así fue. No estás lejos de cada una de nuestras casas, de nuestras vidas, de cada movimiento del corazón.  Fuiste a visitar al centurión porque su criado estaba enfermo. Conoces lo que nos enferma y entristece.  Nuestra fe te deja sitio, en medio del trasiego de cada día, para que sanes, para que renueves, para despertar la gratitud, en medio de las exigencias y las decisiones.     Una palabra tuya sigue siendo imprescindible para vivir salvados. "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi criado quedará sano". Considerarnos pequeños ante su grandez...

Confía

  "Ni en Israel he encontrado tanta fe"    (Lc 7,1-10) El centurión muestra una fe profunda en actitudes concretas. Envía ancianos para que le rogasen a Jesús. Manda amigos porque no se cree digno de recibirlo ni de acercarse a él. Confía en su palabra que desborda autoridad. Su fe en honda y humilde. Jesús la alaba. El Maestro alaba la fe del centurión: confía en la palabra de Jesús y en su poder sanador más que la mayoría de los de su propio pueblo. «No soy digno de que entres bajo mi techo» Con pocas palabras se ve la fe de alguien que reconoce la grandeza del otro y su propia pequeñez, aunque a los ojos de los hombres sea al contrario. Desde la humildad de uno, es cuando la grandeza de Dios se está manifestando en él. "Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano". Su confianza es plena. Cuántos extranjeros de hoy podría ponernos Jesús como modelos. "Ni en Israel he encontrado tanta fe". Una confianza plena en Él, sabiendo lo mucho ...

¡Tan bella y tan confiada!

  «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.»   (Lc 7,1-10) El centurión, no siendo creyente, se reconoce en su ser ante Dios. No es él quien va a rogarle a Jesús por su criado. Son los ancianos y unos amigos los que van a pedirle y decirle a Jesús. Son otros los que interceden por él, pero será él el elogiado por su fe. Para los ancianos, el centurión merecía ser atendido por su amor. Para el centurión, él no era digno de encontrarse con el Amor… y ambas cosas no están tan lejos. Si, es en un extranjero, en un centurión donde Jesús encuentra más fe que en el pueblo de alianza. Hay que romper tópicos y valorar objetivamente: hay alejados muy cerca del Señor, y cercanos de toda la vida que están muy distantes de Él. La clave está en fiarse de su palabra. ¡Qué fe tan bella y tan confiada! Una fe que conmueve al mismo Dios Considerarnos pequeños ante la bondad y la misericordia de Dios, confiar plenamente en Él y saber que su Palabra tiene el poder de salvarn...