"El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan." (Mt 9,14-17). Lo contrario a la novedad y al cambio es la fosilización y el disecado. La vida no se puede controlar, ni detener, ni enmarcar. Lo intentamos con las fotos. Lograr captar la magia de un instante. Y nos sirve de cierto recuerdo. Pero la vida siempre trasciende los intentos por retenerla. Como las personas, como el vino bueno. Hay que acompañar el proceso de fermentación. Si no se pierde todo. A vida y vino nuevos, acogida nueva y agradecida. El mundo que conocemos, con sus ritos y tradiciones, será destruido para que una nueva creación pueda emerger. Es una llamada a la transformación interna, a no aferrarse a lo que es cómodo y familiar, sino a abrirse al vino nuevo de la gracia divina, a pesar de la incertidumbre. El vino nuevo requiere odres nuevos. Si se echa en odres viejos, los revienta. La novedad hay que acogerla en esquemas abiertos, en mentalidades dinámicas, en rela...