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Mostrando las entradas etiquetadas como misioneros

Dar

  "A Dios lo que es de Dios."   (Mt 22,15-21). La pregunta comprometida a Jesús obtiene una respuesta contundente. Los impuestos son lícitos en sociedad donde vivimos. El reconocimiento de Dios es una realidad superior que no excluye la justicia social sino que la desarrolla desde la fraternidad Parece que estuviéramos empeñados en reconocer que a Dios no le debemos nada. Pero la verdad se abre camino. Algún día todos descubriremos que todo es de Dios: nuestra vida, nuestro tiempo, el presente, y el futuro, todo está en sus manos. Todo se lo debemos a Dios. “A Dios lo que es de Dios". A Dios...la vida que nos lo ha regalado, que es un don. A Dios... el amor, Él es amor. A Dios el cuidado del hermano, creados para ser constructores de un mundo más fraterno, un nuevo orden de relaciones entre nosotros. A Dios la alegría de sabernos queridos por Él, amados, cuidados y llevados de la mano eternamente.   Dar a Dios lo que es de Dios. Darse totalmente por amor como ...

Dos actitudes

  " Todo el que se enaltece será humillado,  y el que se humilla  será enaltecido"   ( Lc18,9-14) Enaltecerse o ser enaltecido. Considerarse digno de todo. Conquistador de metas. Autosuficiente y superior. Alejado de Dios y de los demás. O descubrirse pequeño, necesitado, dependiente. Buscador de Dios y servidor de los demás. Dos actitudes céntrales en la vida. Dos maneras de ir a la Iglesia y dos maneras de rezar. La del satisfecho y orgulloso … y la del humilde que sabe reconocer sus fallos y errores. Ante el Señor no cabe otra actitud que sentirnos humildes y limitados, pecadores El fariseo habla de él, el publicano reconoce en Dios la misericordia. El fariseo quiere una respuesta que cree que merece por su esfuerzo; el publicano acepta todo lo que Dios quiera para él, sabe de su misericordia. El primero habla de éxitos, el segundo de su verdad. El evangelio nos invita a vivir la humildad de cara a Dios, reconociéndonos criaturas frágiles, pecadore...

Ciegos

  «Jesús cura a dos ciegos que creen en él» (Mt 9, 27-31) ¡Qué ciegos estamos! Nuestra ceguera nos impide ver la presencia de Dios en nuestra familia, en los vecinos, en los que nos rodean. Nos hace creernos capaces de todo, echando a Dios de nuestras vidas. ¡Tenemos que recobrar nuestra vista! A veces pensamos: "Si viera un milagro, creería más en Dios".   El Evangelio nos dice otra cosa bien distinta.   Jesús hizo milagros delante de mucha gente; pero los que no tenían fe no creyeron, aunque hiciera el milagro delante de sus ojos. ¡Cuántas veces caminamos a ciegas! Cuántas veces acomodamos la realidad a lo que nos resulta más cómodo. Sólo la verdadera confianza en Cristo nos devolverá la luz. Ese será tu verdadero milagro «¿Creéis que puedo hacerlo?». Contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Así actúa Jesús en nuestras vidas, sin imponer, sin obligar. Siempre pregunta qué queremos que ocurra. Porque...