“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. (Lc 6, 27-38). Sin rodeos... de forma clara y sin adornos se nos presenta el auténtico comportamiento cristiano. Se nos muestran las cualidades que Jesús vivió. Porque la medida del amor es amar sin medida. Si el cristianismo es la religión del amor, su nota distintiva es el amor a los enemigos. No se trata, claro está, de una vana ilusión sino de un compromiso de fe que tiene su origen el Dios compasivo y misericordioso. Ese amor consiste en hacer el bien a los que nos odian. "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian." Amar a los enemigos no es que tengas que ser el mejor amigo de todo el mundo. Es aprender a conjugar el respeto, no convertir las diferencias en motivo para el odio, no dejar que el conflicto se vuelva personal, y aceptar que a veces la distancia es parte de la cordura. La diferencia entre "viviente" y "vivificante", es lo que hace comprensibl...