«Venid a mí...»
"Te doy gracias, Padre... porque has escondido estas cosas a los sabios... y se las has revelado a los pequeños" ( Mt 11,25-30). A Dios no se llega por los arduos escalones del razonamiento Si no descendiendo por los peldaños de la sencillez y la contemplación. Los sabios y entendidos están tan llenos de conocimiento y sabiduría que no pueden acoger el Evangelio. Los pequeños, marginados y maltratados por la vida están tan vacíos de esperanza y oportunidades que solo el Evangelio puede llenarlos. “Has revelado estas cosas a la gente sencilla” Y yo, ¿valoro a las personas sencillas, sin estudios, sin presencia...? Te doy gracias, Padre, por la sabiduría práctica de muchas personas aparentemente ignorantes, por los pobres que nada tienen y aún reparten. Te doy gracias, Padre, de todo corazón por los pobres que nada tienen y aún reparten, por las personas que pasan sed y agua nos dan, por los débiles que a sus hermanos fortalecen, por los que sufren y comparte