Ir al contenido principal

Alégrate

 


"Jesús salió al encuentro y les dijo: «Alegraos»."
 
(Mt28,8-15).

Ante la Resurrección pueden darse dos reacciones. La de las mujeres: impresionadas y llenas de alegría que van a anunciarlo; o la de los sumos sacerdotes que buscan negarla y sobornan a los guardias para difundir una mentira.


En estos días de Pascua, Jesús Resucitado viene a nuestro encuentro para dar el impulso de esperanza a nuestras vidas. Se hace el encontradizo de mil maneras ... Permanezcamos atentos....

Comenzamos el tiempo pascual, el tiempo de la defensa de la alegría. Convivimos con alegrías y tristezas. Con pérdidas y encuentros. Con aciertos y fracasos. Y es fácil que caigamos en tristezas y desalientos. El Resucitado es el que anima y sostiene nuestra alegría y nuestro gozo. Él tocó fondo, pasó por la oscuridad, el sufrimiento y la muerte, pero no dejó que le amargara su forma de vivir. Que convirtamos la existencia limitada en ocasión de defender la alegría.

Es la alegría que habita en el corazón, la alegría de saber que estamos con Él, que vive en medio del mundo, que no nos deja de la mano.

El encuentro con el Resucitado cambia los miedos en anuncio gozoso. Abre tus oídos y deja que resuene en tus adentros esta palabra: ¡Alégrate! Cuando se ve la alegría se ve la fe. Tu alegría puede ser el sendero que lleve a muchos a encontrar a Jesús.


«¡Alegraos!»
Cristo ha resucitado y nosotros debemos anunciar esta verdad en medio del mundo. En el saludo diario, en la amabilidad del encuentro, en el gozo de un corazón lleno de su presencia que compartimos con los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

La esperanza cumplida es fuente de alegría. No cabe creer en el Resucitado y vivir sumidos en la tristeza. La Pascua nos saca de todas las sombras y preocupaciones, y nos invade con un sunami de alegría desbordante. Si quieres medir la grandeza de un santo observa su alegría.

No podemos anunciar a Cristo resucitado con caras largas, el ceño fruncido, el malestar constante. La alegría forma parte del mensaje. Una alegría no pasajera sino de verdaderos ‘resucitados’, ‘salvados’, ‘esperanzados’…

Jesús, tú haces nuevas todas las cosas.
Tú alegras mi corazón.
Tú eres la Resurrección y la Vida.
Tú eres mi vida.
Tú eres mi esperanza
 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...