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Adómde vamos

 


"Señor, ¿a quién vamos a acudir? 
Tú tienes palabras de vida eterna." 
 (Jn 6,60-69).

Ante la perspectiva de la cruz muchos abandonan a Jesús.  Jesús está animado por el Espíritu y tiene capacidad para entregar la vida, para amar. Los que están animados por el Espíritu son capaces de entregar la vida. De su entrega surge un mundo nuevo y más feliz. 

 En medio tanta palabrería, vana y sin sentido, se hace necesario indicar que solamente Jesús, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo, tiene palabras de vida eterna.

Cuando le escuchamos le sentimos presente, notamos como nos arde el corazón y crece la vida en nosotros.


Somos libres para decidir los caminos que recorremos. Unos son de vida, de construir Reino. Otros nos encierran, nos dañan, nos confunden. Por eso Jesús nos propone seguirle: "Venid a mí los cansados y agobiados y os aliviaré". Aprended a caminar desde la fe y a vivir cada día como regalo nuevo que se nos invita a acoger. Dios nos regala cada día una página en blanco. Que podamos libremente decidir hacia dónde caminamos. Qué decidimos escribir en lo más sagrado de nuestro corazón. Con los ojos fijos en Jesús.


Un día decidimos subir a tu barca,
confiarte el timón.
Desde entonces
navegamos por la vida
y escuchamos sonidos diversos,
el ruido del trueno
que anuncia la tormenta,
los cantos de sirena
que prometen paraísos imposibles,
el bramido de un mar poderoso
que nos recuerda nuestra fragilidad,
las conversaciones al atardecer
con distintos compañeros de viaje,
los nombres de lugares
que aún no hemos visitado,
y los de aquellos sitios
a los que no volveremos.

A veces nos sentimos tentados
de abandonar el barco,
de cambiar de ruta,
de refugiarnos en la seguridad
de la tierra firme.
Pero, Señor,
¿a quién iremos…
si solo tú puedes ayudarnos
a poner proa
hacia la tierra del amor
y la justicia?


José Mª Rodríguez Olaizola, sj


 

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