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Mostrando las entradas etiquetadas como Reino de Dios

A todos

  "Id y proclamad que ha llegado  el reino de los cielos."   (Mt 10,1-7). Jesús llama y da autoridad. La autoridad, implícita en la llamada, está orientada al servicio. Cuando la autoridad busca un beneficio propio pierde su finalidad y crea enfermedad y la dolencia. La autoridad requiere discernimiento para entender que somos enviados. Elegidos. Son doce. Tienen una misión: "Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca." Son los apóstoles. Conocemos sus nombres. Fueron muy importantes en la primera comunidad. Habían conocido a Jesús, lo seguían y lo daban a conocer. Los apóstoles son amigos de Jesús, constructores de comunidad, anunciadores del reino, testigos de la presencia de Dios en nuestro mundo. Elegidos. Son doce. Tienen una misión: "Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca." Son los apóstoles. Conocemos sus nombres. Fueron muy importantes en el comienzo de la Iglesia, de la comunidad de los seguidores de Jesús. Tenían mucha...

La novedad de Jesús.

  “Tenéis que nacer de nuevo”.   (Jn 3,1-8). Jesús le revela a Nicodemo la necesidad de nacer de nuevo, de comenzar otra vida en unas claves muy distintas a la vida previa a encontrarse con el Señor. Quien no experimente este encuentro y la novedad radical que produce no ha entendido nada de lo que significa seguir a Jesús. «Nacer de nuevo», nada tiene que ver con un fenómeno biológico. Es la metanoia que nos propone el Espíritu. Nacer a una vida donde los valores evangélicos sean su pilar y su centro. Es un paso al frente para dejar que el Espíritu sople donde quiera. «El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios» Se trata de nacer en el Espíritu que nos lleva a actuar desde la libertad de los hijos de Dios, sin dejarnos manipular por el ambiente y sabiendo que en nuestro actuar se hace visible la libertad y el amor que Dios nos da.     Nacer de nuevo lo hace posible el Espíritu. Ponernos en sus manos y dejar, que como el aire, nos muev...

Estar contigo.

  “El que no está conmigo está contra mí;  el que no recoge conmigo desparrama."   (Lc11,14-23). El demonio, el diablo es el que divide. El que daña y enfrenta. Confundir el mal con el bien es distorsionar la verdad, vivir lejos de Dios. Jesús actúa con el dedo creador de bien. Echa demonios y fortalece la vida. Estamos llamados a seguirle y ponernos de su lado. «El que no recoge conmigo desparrama» Cuanto más nos empeñamos en mostrar las divisiones internas, menos testimonio de una vida de unidad damos. Olvidamos que no es nuestra vida la razón de la fe, sino la invitación al mundo a no tener miedo de   encontrarse con quién nos ama. No caben posturas intermedias: estás a favor o en contra; con él o contra él.   Participar de la misión de Jesús implica adherirse a Él y recoger para no desparramar. No son posibles las medias tintas: o con Jesús, o contra Él. ¿Soy seguidor de Jesús en cada momento, o le sigo el juego al diablo? Estar contigo. ...