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Mostrando las entradas etiquetadas como Viernes XVIII TO

Ganar o perder

  “El que pierda su vida por mí, la encontrará”   (Mt 16,24-28) El que sigue a Jesús nunca está solo. El que sigue a Jesús se encuentra con su mirada. El que le hace sitio en su corazón ve cómo se le ensancha la alegría. Tiene sentido tu búsqueda de Jesús, tiene sentido tu vida entregada al servicio del Evangelio, tienen sentidos las semillas sembradas cada día en el surco de la comunidad cristiana. "Quién quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrara" Es la paradoja de nuestra vida: cuando egoístamente creó ganar la vida, la pierdo; y cuando la pierdo por Jesús es cuando la estoy ganando. Puede parecer un absurdo, una contradicción. Sin embargo, es la realidad confirmada por la experiencia de la vida. Muchos no lo quieren ver . Ganar el mundo entero perdiendo el alma. Esforzarse por alcanzar notoriedad y reconocimiento, posiciones de poder, dominio y estatus. Poner ahí la finalidad de la vida, es vivir alejados de Dios. Perdidos en el...

Te ama

  “Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.  No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros."  ( Lc 12, 1-7) Cuidarse de la hipocresía, de lo cubierto, de lo escondido. Sin engaños ni mentiras. Vivir en autenticidad, en verdad, en transparencia. Confiando en Quien nos cuida. Sin miedo. Somos valiosos infinitamente para Dios. Dios jamás se olvida de nosotros. A pesar de nuestros pecados e infidelidades, él siempre vuelve su mirada compasiva y nos contempla con amor Dios no es indiferente a nuestra historia, a nuestra realidad. Está pendiente de nosotros, la relación con nosotros es cercana, Jesús nos lo presenta como Padre. Nos quiere tanto que hasta los cabellos de nuestra cabeza los tiene contados. Dios cuida de todos sus hijos. CONFIEMOS EN EL DIOS QUE ESCRUTA EL INTERIOR Y SABE LO QUE NOS CONVIENE, AQUÍ Y HACIENDO CAMINO A LA ETERNIDAD. Dios nos ama, te ama. Está pendiente de ti: cuenta hasta los pelos que se caen de tu cabeza. Siempr...

Escalera para el cielo

  “El que quiera venirse conmigo,  que se niegue a sí mismo,   que cargue con su cruz y que me siga”.   (Mt 16,24-28) Jesús nos pone como condición para seguirle: “que cargue con su cruz y le siga”. Sabemos que seguirle significa cargar con la cruz. Pero, ninguno estamos conformes con la que llevamos. Creemos que la nuestra pesa demasiado. Que otros llevan cruces más livianas, que pesan menos y duelen menos. Y nos olvidamos que Dios nos regala cruces a nuestra medida. Dios no nos carga cruces que no podemos llevar. Por eso, Jesús no dice “cargue con la Cruz” sino “con su cruz”. La nuestra. Esa que queremos cambiar por otra. Pero, que al final, nos damos cuenta de que es la única que pueden llevar nuestros hombros. Que es la única que lleva inscrito nuestro nombre.   Tu cruz lleva tu nombre. Solo tú puedes llevarla. La mía lleva mi nombre. Y solo yo puedo llevarla. Cuando las intercambiamos resultan más pesadas.   La cruz de cada día es nuestra escaler...

Tú eres...

  Él les preguntó:  «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».  Simón Pedro tomó la palabra y dijo:  «Tú eres el Mesías,  el Hijo del Dios vivo» ...    (Mt 16,13-23)    Hoy, escuchamos dirigida a cada uno de nosotros  la pregunta de Jesús: “¿Y vosotros quién decís que soy yo?" Se trata de dar una respuesta no teórica,  sino que involucra la fe,  es decir la vida,  ¡porque la fe es vida!   No podemos permanecer indiferentes ante Él. Todos los que le conocemos tenemos algo que decir. Su mensaje es tan extraordinario que no nos deja tibios. Sus gestos nos empujan a pronunciarnos. '¿Quién decís que soy yo?'  Responder nos empuja a la misión.   “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”  tiene que ser una respuesta que brote desde nuestro corazón,  desde esa vivencia esencial y profunda del mesianismo de Jesús como experiencia vital de su misericordia y de su amor por nosotros ...