"Espíritu inmundo, sal de este hombre". (Mc 5, 1-20) Jesús encuentra a un hombre poseído por un espíritu inmundo. Vive entre sepulcros, rompe cadenas, grita y se hiere. Sus demonios reconocen a Jesús. Él los envía a una piara de cerdos. Los porquerizos le piden que se vaya. Cuando no hay bien común, el bien no se percibe. Jesús se acerca a todo ser humano marginado y lo capacita para la comunicación, entra con su luz en los sepulcros para que brote la vida. Así marca el camino a la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad. Saberse amados da más fuerza que saberse ricos. Ayúdame, Señor, a aceptar y amar mi pobreza, esa que tantas veces me avergüenza. Ayúdame a aceptar y amar la pobreza de mis hermanos. Jesús libera de las ataduras del maligno. El gran engaño consiste en pensar que nos libera el que nos esclaviza con sus cadenas. Sólo libera Jesús, y para eso se hizo esclavo y murió como esclavo en una cruz. Cuando rechazamos el bien comenzamos a ser po...