«Tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51-56). En ocasiones en la vida debemos ser capaces de afrontar situaciones nuevas que no siempre son fáciles, pero que se hacen necesarias a la hora de llevar a cabo nuestra misión. Sólo desde la confianza en Él seremos. Jesús, el Siervo del Amor, está decidido a ir a Jerusalén, donde le espera la cruz. Quiere que el Plan del Padre se cumpla plenamente en él, a través de su Pascua. Aprende de Jesús que en el camino encuentra hostilidad y rechazo por parte de unos y expectativas de un mesianismo espectacular y poderoso por parte de otros. Su actitud es siempre de misericordia y no destrucción. Su confianza está en el Padre, en Él se abandona totalmente. Señor danos tu Espíritu de amor, para que curemos el egoísmo con generosidad, venzamos la mentira con la verdad, ganemos al orgullo con humildad y superemos la guerra con la paz . Cúrame, Señor, con tu mirada. Solo así podré perdon...