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“El ojo, sin duda, ha perdido el juicio”.

  “Dijo el ojo a sus compañeros:  veo más allá de esos valles un montaña envuelta en nubes.  ¡Qué montaña más solemne!  A lo que el oído respondió:  “pues yo no oigo su voz”. Por su parte, añadió la mano:  pues yo no puedo tocarla.  Así que esa montaña no existe. Intervinieron las narices.  Nosotras no aspiramos su perfume.  Luego no debe existir tal montaña. Mientras el ojo seguía contemplando la belleza de la montaña,  los demás sentidos se reunieron a deliberar,  qué motivos habría tenido el ojo para tratar de engañarles.  Discutieron entre sí y llegaron a la conclusión:  “El ojo, sin duda, ha perdido el juicio”. Khalil Gibran 

Cuando el amor

Cuando el amor te llame, síguelo. Aunque su camino sea arduo y penoso. Y cuando sus alas te envuelven, entrégate. Aunque la espada, entre ellas disimula, te lastimara. Y cuando te hable, cree en él. Aunque su voz desgarre tus sueños, como el viento del norte agosta el jardín. Porque así como el amor te enaltece, así te crucifica. Así como te acrece, así te poda. Así como te eleva a lo más alto, y acaricia tus ramas más tiernas, que palpitan bajo el sol, así descenderá hasta tus raíces y las conmoverá en un abrazo con la tierra. Todo esto hará el amor en ti, para que puedas entender los secretos de tu corazón. Y convertirte, por ese entendimiento, en un fragmento del corazón de la vida. Kalhil Gibran