"Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano". (Mt 8, 5-11) Jesús nunca permanece indiferente ante el sufrimiento, ante nuestras necesidades, por eso necesitamos fe que nos ayude a vivir con la certeza de que la presencia de Jesús es fuente de vida y esperanza para nuestra existencia. Era extranjero, pero estaba persuadido de que aquel judío que predicaba la misericordia de Dios sería el único capaz de curar a su criado de la enfermedad. Acepta que no es digno de que entre en su casa, pero su palabra poderosa lo podrá curar. Jesús mismo alaba su enorme fe. Que nuestra fe sea capaz de mover montañas. ¿A qué estamos esperando? Es hora de renovar nuestra conciencia y nuestra respuesta a Cristo. En Jesús que se acerca a la casa del centurión, que se acerca a cada uno de nosotros, descubrimos el rostro de nuestro Dios viniendo a visitar a nuestra humanidad. Dios ha ven...