“El que blasfema contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás” (Mc 3,29) La división, la desunión, las luchas internas en cualquier persona o grupo son el peor enemigo y la mayor debilidad que pueden tener. También en la vida de la fe. No echemos balones fuera. Pidamos cada día al Señor el don del discernimiento, que nos permita reconocer y distinguir -en nosotros, en la Iglesia y en el mundo- la obra del maligno, que acusa, enreda y divide, de la obra del Padre, que, por Jesucristo, perdona, recrea, libera y reúne. Creamos comunión cuando creamos lazos de amistad. Cuando nos conocemos, cuando nos miramos a los ojos y vemos más allá de las apariencias. Creamos comunión compartiendo trozos de vida y momentos de oración. Nuestra vida está llamada a ser transparencia del Espíritu recibido en el bautismo y del Reino que es don y tarea. Como nos dijo San Pablo VI: “El mundo de hoy necesita más testigos que maes...