"Bienaventurados los pobres en el espíritu" (Mt 5, 1-12) Las bienaventuranzas son la verdadera fórmula de la felicidad. La vida no es una línea recta. Es un camino lleno de curvas y recodos que nos abren a la sorpresa y el asombro. Hay muchos cruces de caminos desvíos, encuentros y desencuentros. Dejar que fluya la vida, conscientes y presentes en cada momento. Amando y aprendiendo a cada paso. 'Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso es que se acoge a Él' . Dichosos, bienaventurados los que se descubren pobres ante el misterio del amor de Dios, los que descansan confiados en su misericordia. Felices los que dedican su vida a ser portadores de ese amor para el mundo. La verdadera recompensa de ser bienaventurados es Él. Lo que nos convierte en bienaventurados no es la riqueza, el prestigio o el poder... es la cercanía de Dios, su presencia. «Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados» Cuando el llanto nace de un corazón roto nada ni nad...