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Mostrando las entradas etiquetadas como pecadores

Hay que responder

  “No he venido a llamar a los justos,  sino a los pecadores a que se conviertan."   (Lc 5,27-32). Nos cuesta creer que Jesús haya venido a llamar a los pecadores; tal vez porque tendemos a considerarnos libres de pecado. Si hacemos un ejercicio mínimo de sinceridad, nos sentiremos necesitados del perdón de Dios. Incluso, sentiremos el gozo de ser llamados a la conversión. No busca Jesús un grupo de élite con el que desarrollar su misión. Nos descarta lo roto, lo feo, lo inútil, lo defectuoso. Se acerca a Leví y reconoce una vida dañada. Y de su interior nace el deseo de restaurar esa vida y llevarla a la plenitud. De coser las heridas con puntadas de amor. Por eso estamos de enhorabuena, porque vivimos con la certeza de que su amor nos salva y nos anima a no esconder el rostro ante la fealdad. Sino a abrazarla y cubrirla de belleza. La propuesta es clara para Leví y también para cada uno de nosotros, es personal, la hace mirándonos a los ojos: «Sígueme» . H...

Un padre

  "Ese acoge a los pecadores y come con ellos."   (Lc15,1-3.11-32). Menos mal. "Ese", es Jesús. "Ese", es nuestro Dios. No hay otro. Cuando nos oigáis condenas, rechazos, amenazas en nombre de Dios no hagáis caso. Como en tiempos de Jesús hay representantes religiosos que siguen juzgando, usando del miedo, de la condena, para perpetuar su poder y privilegio. Pero el amor es la esencia y la identidad de Dios, no el miedo. Dios es como el Padre que narra Jesús. Que sale cada día al camino a buscarnos, con la ilusión de celebrarnos una fiesta. Porque estábamos perdidos, y hemos vuelto a casa. El amor sin límites de un padre, de una madre, hacia sus hijos supera cualquier ofensa que éstos hayan cometido. Es el amor más grande, el más puro. El amor con mayúsculas. Una de las páginas más bellas del Evangelio que siempre nos toca el corazón. A veces, perdidos, somos el hijo menor. A veces, inmisericordes y severos seguros de nuestra conducta, el mayor. ...

Nos llama

  "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" .  (Mt 9,9-13). Existe la idea, acentuada últimamente, de que la propuesta cristiana es para perfectos y puritanos. Nada más lejos de la realidad. Jesús manifiesta que no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos; que él no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores. Jesús vio a un hombre llamado Mateo. Cobrador de impuestos. Se sienta con publicanos y pecadores. Come con ellos. Jesús no selecciona a las personas por sus capacidades. Capacita a quien elige. Busca y encuentra a las más necesitadas, porque así es la misericordia. Jesús llama: 'sígueme' . Es directo, va al corazón y lo hace en la vida cotidiana. Hay que decidir. No es en un ámbito esperado o preparado para ello sino en la vida de cada día. A veces es a las personas que ni lo sospechan. Así le sucedió a Mateo. «Sígueme». Hoy necesitamos pocas palabras del evangelio para reconocer que él nos llama, lo hace con la cer...