«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mc 3,31-35). La escucha atenta de su palabra y el cumplimiento de la voluntad de Dios son los rasgos que caracterizan al auténtico cristiano. “Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor” (Spes non confundit, 25). Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a escuchar. Enséñanos a abrir la vida ante el Padre y a hablarle desde el corazón de hijos y de hermanos que nos ha regalado Jesús. La fraternidad cristiana no se funda en los vínculos de sangre y carne, sino en un espíritu común: hacer la voluntad de Dios. Con razón María, la madre de Jesús, es doblemente dichosa: por ser madre y por ser la primera y perfecta discípula que escucha la Palabra y la h...