"Familia tuya"
La escucha atenta de su palabra y el cumplimiento de la voluntad de Dios son los rasgos que caracterizan al auténtico cristiano. “Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor” (Spes non confundit, 25).
Ven, Espíritu Santo, y enséñanos a escuchar.
Enséñanos a abrir la vida ante el Padre
y a hablarle desde el corazón de hijos y de hermanos
que nos ha regalado Jesús.
La fraternidad cristiana no se funda en los vínculos de sangre y carne, sino en un espíritu común: hacer la voluntad de Dios.
Con razón María, la madre de Jesús, es doblemente dichosa: por ser madre y por ser la primera y perfecta discípula que escucha la Palabra y la hace vida en su vida.
«El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano» Ser fieles al mandato nos hace familia al sabernos elegidos por Dios, donde todos debemos cuidarnos unos de otros como una madre cuida a sus hijos, nos sabemos hermanos amados por un Padre que nos acompaña y enseña en la vida.
El Señor inaugura unas nuevas relaciones de familia. Los lazos filiales o fraternos no dependen ya de los vínculos de sangre. Ahora dependen de la vinculación con la voluntad de Dios. Esa filiación con Dios Padre da origen a una fraternidad universal, a una nueva familia.
Gracias Jesús por qué nos regalas la posibilidad de ser "familia tuya". Ya no es la biología la única posibilidad de ser familia. La fe, con su nuevo nacimiento por el bautismo, es lo que nos hace familiares de Dios. Como María, como tus discípulos, también escuchamos tú Palabra y pobremente la intentamos vivir. Te pido que nunca nos alejemos de ti. Que nuestros ojos fijen en ti su mirada y aprendamos a vivir diariamente como hombres y mujeres nuevos, resucitados y libres.
Si somos hijos de Dios, por qué dudar de sus consejos divinos? Guardémoslos en la memoria, borremos todo aquello que no es y dejémosle escribir sus trazos de vida eterna.
Hacer la voluntad de Dios es lo que nos distingue y nos caracteriza como familia de Jesús, como cristianos. Para esto es necesario el discernimiento, la oración y la meditación. Ponernos ante Dios para que nos moldee. Decir y hacer según Dios quiere en nosotros.
Tu voluntad
A veces me pregunto,
¿cuál será tu voluntad?
Y lo digo encogido,
con la boca pequeña,
como temiendo
una respuesta
que me saque
de rutinas,
de seguridades,
de mi mundo estrecho.
Olvido
que tu voluntad ya la sabía
antes de hacer la pregunta.
Es la dignidad de tus hijos,
la vida a borbotones,
un amor como el tuyo,
la libertad conquistada,
y la fe,
curtida en silencios y batallas.
Y olvido que tu voluntad
me rescata
de rutinas,
de seguridades,
de mi mundo estrecho
para llamarme madre,
hermano y hermana,
compartiendo,
en tu abrazo universal,
el fuego de todo un Dios.
(José María R. Olaizola, SJ)
Comentarios
Publicar un comentario