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Mostrando las entradas etiquetadas como Domingo XI Tiempo Ordinario

Cuidemos, limpiemos...

"Nada que entre de fuera puede  hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro  al hombre".   ( Mc 7,14-23) Jesús viene a establecer un nuevo orden de prioridades: el corazón es el centro de la persona que se abre a Dios. Frente al peligro del fariseísmo, se alza siempre la autenticidad del Evangelio. Todo lo creado es bueno, nace del corazón de Dios. Lo que convierte el cielo en infierno es cómo decidimos tratarnos. Las palabras maledicentes salen de dentro y no hay mayor impureza que una vida que no desea construir y perdonar, sino que guarda el rencor en el corazón y lo saca cuando más daño sabe qué hace. Los insultos, las amenazas, las críticas, la indiferencia, la acusación, culpabilizar, mentir, esa forma de tratarnos es lo que asfixia y hace irrespirable nuestro mundo. Por eso el Reino es el esfuerzo por reconciliar lo roto y enfermo. Dios no admite la hipocresía, y conoce nuestro corazón. Lo que decimos es lo que pensamos porque eso ...

Se planta en el corazón

    “Es la semilla más pequeña, y se hace más alta que las demás hortalizas”.   (Mc 4, 26-34)   El reino de Dios tiene su ritmo de crecimiento. Desconocemos su tamaño, germinar y frutos. No podemos atraparlo en nuestros esquemas y cálculos. No logramos comprender su desproporción en la apariencia. Lo pequeño e insignificante se hará inmenso e inabarcable. Somos semilla del Reino cada vez que respondemos al mal con el bien; cuando generamos vida nueva desde lo escondido; cuando nos dejamos caer para levantar a los humildes de la tierra. Somos semilla en cada pequeño gesto de amor, en cada palabra de esperanza. Señor, siémbranos. Dios está presente en las semillas más pequeñas y humildes que sembramos con amor. La semilla de nuestras buenas obras puede parecer poca cosa; mas todo lo que es bueno pertenece a Dios y, por tanto, humilde y lentamente, da fruto. El bien crece siempre de modo humilde, escondido, a menudo invisible. La soledad, la falta...