Todo

 


“Dejándolo todo, lo siguieron”
 
(Lc 5,1-11).

La pesca es nula cuando navegamos solos; cuando echamos las redes buscando nuestro provecho; cuando no compartimos el fruto del esfuerzo. La palabra de Jesús es una invitación a navegar mar adentro, a ir más allá de nuestro egoísmo y nuestros miedos.

«Rema mar adentro y echad vuestras redes» Es la voz constante de Jesús a sus discípulos: Él no les llama a recorridos de baja mar, con la seguridad de la costa pero también el peligro de encallar. No. Jesús llama a singladuras de riesgo, en alta mar, siguiendo sus instrucciones, para lograr así una pesca sobreabundante. Al evangelizar no basta con quedarse en la orilla del mar sino que hay que abandonar la comodidad y atrevernos a anunciar la buena nueva aunque no sepamos si va a ser recibida y como se nos van a tratar, hay que crecer en la confianza

Incluso cuando todo parece ilógico, cuando lo imposible se hace presente, el Evangelio nos enseña a confiar en las palabras de Jesús. Pedro reconoce su pecado y su indignidad ante la grandeza de Cristo. Le ha costado mucho confiar… Porque confiar sin reservas no siempre es fácil. Pide hoy la gracia de tener la humildad de Pedro y su disposición a seguir a Jesús sin reservas, confiando en su palabra y su poder.


«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Lo que Pedro le dice a Jesús nosotros también se lo decimos. Tenemos tan interiorizado que el amor se "merece". Meritocracia absoluta. Si me porto bien: premio. Si me porto diferente a lo que el otro espera: castigo. Y hacemos lo mismo con Jesús. Ojalá descubriéramos de una vez por todas que Él ha venido para quedarse. No cambia su amor dependiendo de nuestra respuesta. Y cuando menos los merecemos, más se acerca a nuestras vidas para gritarnos que nos ama.

“Dejándolo todo, lo siguieron”  No es lo mismo vivir apasionadamente que sobrevivir. No es lo mismo saber que Dios existe que vivir apasionadamente la experiencia de su amor. No es lo mismo que Dios ocupe un lugar secundario en la vida a que ocupe el primer lugar del corazón. Quizás dediques más tiempo a la actividad que al encuentro contigo y con Dios. ¿Por qué no inviertes hoy las cosas?  

Todo

¿Por qué hay que dejarlo todo, Jesús?
¿No te bastan mis mejores años de vida,
unos miles de euros de mi cuenta,
todas las horas que quieras de mi día a día?

Pídeme lo que quieras:
vivir lejos de los míos,
ocupar mi tiempo en lo de otros.
Esperar sentado, horas y horas, sin motivo.

Estaría dispuesto, incluso,
a no recoger ese premio tan querido,
a cerrar esa ofensa que aún me sangra,
a sufrir sin haberlo merecido.

Pero no me pidas ‘todo’, Jesús,
que ‘todo’ no lo puedo dar,
Pues me asusta ese mar brusco y abierto
sin puerto en el que atracar.

(Seve Lázaro, SJ)


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

La familia según el papa Francisco

Santa Teresa de Calcuta