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Lo que mueve a Jesús es la misericordia.



“Levántate y ponte ahí en medio” (Mc 3,3)  
Y Jesús puso en medio al que estaba marginado,
puso delante al que estaba detrás,
ensalzó al que estaba segregado,
a pesar de que sus rivales
le vigilan con mala intención.
Para Jesús, la atención a los necesitados
debe ser el centro de la comunidad cristiana.
Lo que mueve a Jesús
en todas las circunstancias es la misericordia.
Si sigues con Jesús descubrirás
que decir estas cosas conlleva un precio.
Es triste la actitud farisaica que,
pretendiendo preservar una norma,
olvida que la ley más importante es la del amor.
Y es triste que eso provoque oposición
e incluso odio hacia Jesús.
Mientras él hace el bien y comunica salvación y vida,
 los fariseos planean su muerte.
Debe hacernos pensar esta ofuscación,
motivada quizás por el orgullo o los celos.
Merece la pena que todo ser humano
camine con dignidad.   
Orar es  curar las heridas con la solidaridad,
aliviarlas con el óleo de la consolación,
 vendarlas con la misericordia y la debida atención.      
Camina con la dignidad de los hijos de Dios
y agáchate con la misma dignidad
para dar la mano  y levantar a todos los caídos.  
Concédenos, Señor Jesús,
la sinceridad y honradez para poder descubrir
 todo lo que nos ofusca
y no nos permite contemplar a los demás
con tus mismos ojos.
Sigamos a Jesús,
alegrémonos de tanta gente que hace el bien,
miremos con tristeza cuando vemos un corazón duro
y seamos lo primeros en compadecernos
de tanta gente que sufre.

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