La generosidad de Dios.
Jesús «vio» y «le dio lástima». (Mc 6,34)
Dos actitudes indicativas
de cómo los creyentes debemos
situarnos
en nuestro mundo y ante las necesidades de la gente.
Esto conduce a una decisión:
«empezó a enseñarles muchas cosas».
Tal vez la enseñanza
más importante consiste en decirnos
que no nos desentendamos de los problemas
de los demás
ni queramos solucionarlos con paternalismo.
Sino poniendo a su servicio lo (poco) que tenemos, compartiendo
generosamente,
tratando a todos con dignidad
y dejándonos guiar por la palabra
de Dios.
“Cinco panes y dos
peces” (Mc 6,38)
Así es la fe:
gratuita, desinteresada, confiada.
Como él que puso en las manos de Jesús
cinco panes y
dos peces.
Un pequeño “sí”,
dicho confiadamente,
abre la puerta de la
humanidad
a la generosidad de Dios.
Haz tuya hoy esta oración de santa Teresita:
“Lo que agrada a Dios en mi pequeña alma
es que ame mi
pequeñez y mi pobreza.
Lo que agrada a Dios en mi pequeña alma
es la confianza
ciega que tengo en su misericordia”.
Toma mi vida; es tuya.
Ponla en el altar, Señor, junto a la tuya.
También yo quiero ser, contigo, eucaristía.
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Concédenos, Señor, que sepamos ver,
valorar y
amar a cada persona
como tú los ves y te preocupas por ella
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