Me has llamado



“Leví ofreció en su honor 
un gran banquete en su casa” (Lc 5,29) 
  

A los ojos de los fariseos, 
Leví está catalogado como pecador e indeseable.

Jesús, en cambio, lo contempla con amor, 
lo invita a hacerse discípulo 
y comparte con él la mesa, signo de amistad.

Este modo diferente de ver a las personas 
es capaz de provocar un cambio. 

Leví ofrece a Jesús un banquete. 
Están invitados los descreídos y los pecadores. 
Jesús está feliz. 
Leví descubre el sentido de su vida 
en la compasión acogedora de Jesús.

Todos somos pecadores, 
y todos somos amados 
e invitados a la mesa con Jesús, 
donde su compañía nos cura 
y nos pone en actitud de conversión constante.

Cuando participes en la Eucaristía, 

no dejes de mirar a las personas que participan; 
son tus amigos, tus hermanos. 
Con ellos sigues a Jesús.   



Jesús, cuánto bien nos hace 
que vuelvas a tocar nuestra existencia 
con tu misericordia. 
Nuestra tristeza infinita 
solo se cura con tu infinito amor. 

“¿Cómo es que coméis 
y bebéis con publicanos 
y pecadores?” (Lc 5,30)  

“El perdón de Dios por nuestros pecados 
no conoce límites” (MV 22).   

El encuentro entre personas diferentes nos enriquece, 
es fuente de novedad y de solidaridad. 
Dichosos los que provocan encuentros de éstos. 



- Gracias, Señor, 
porque te has fijado en mí 
y me has llamado, 
como a Leví. 

Dame la gracia de responder a tu invitación 
y de seguirte fielmente cada día.

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