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La locura de amor del Padre por todos.




“Por último les mandó a su hijo” (Mt 21,37)  
 

El evangelio de hoy insinúa al Viernes Santo.   
La viña, plantada por Dios con mucho cariño, 
es el pueblo elegido, 
que no ha producido los frutos esperados.   
Sólo alguien que ame como Dios ama a su pueblo 
es capaz de enviar a su propio Hijo 
para percibir los frutos, 
después de lo ocurrido con los enviados anteriores.


Con todo, 
la condena a los viñadores 
no la hace Jesús, 
sino sus oyentes.
 

Él llama a la conversión 
y a producir los frutos 
que Dios espera de nosotros.
 
Y en Jesús, 
su Hijo entregado, 
lo dijo todo y lo dio todo.

Ya no tiene más.  
¡Hasta ahí llegó la locura de amor del Padre por todos!   
Y ahí sigue Jesús, llamando cada puerta.

Haz silencio. 
Escucha a Jesús. 
Que Él ilumine las oscuridades que llevas dentro.   
Jesús en persona se aproxima a tu camino, 
quiere entrar en tu historia.

Déjate encontrar por Él.  


Jesús, peregrino de amor.  
 Aquí nos tienes. 
Estamos dispuestos a tratar de amistad contigo 
en nuestra interioridad.   
Tú que tienes paciencia con nosotros, 
no pases de largo. 


 “En él (Jesús) todo habla de misericordia.   
Nada en Él es falto de compasión” (MV 8). 
 

Ahí está Jesús. 
¿Queremos conocer su camino?   
Con Jesús en medio, 
nada es igual. 
Vayamos a él aunque sea de noche.  

  - Gracias, Señor, 
porque no dejas de amarnos 
a pesar de nuestras infidelidades. 
Que nos dejemos tocar 
y transformar por tu amor.

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