Dios es el que siempre tiende la mano.




“Si quieres, puedes limpiarme… 
Extendió la mano y lo tocó... 
Quiero, queda limpio” 
(Mc 1,40-41)

El leproso es maestro de oración. 
Sabe que Jesús puede devolverle a la sociedad. 
No duda y es esta certeza la que conmueve a Jesús. 
La promesa de Jesús «Pedid y se os dará» no son palabras bonitas. 
Son la base de nuestra fe. 
Pedimos lo que el Señor nos inspira y está deseando conceder. 
No llena cuenta de nuestros méritos ni de nuestros defectos. 
Nos ama y quien ama no lleva cuentas.

- Señor, cúrame de mi falta de fe.

Jesús se estremece ante la oración de un excluido. 
Se conmueve y se indigna de que la ley margine, y además en nombre de Dios. 
Jesús lo toca y le dice palabras entrañables. 
Jesús se hace marginado.
Dios no excluye a nadie.
Dios no margina a nadie.
Dios no teme el contagiarse ni del sida ni de la lepra.
Dios es el que siempre tiende la mano.

«Si quieres, puedes limpiarme».

Él sí quiere. 
Vayamos a él con fe y presentémosle con humildad nuestras propias "lepras".

La oración nacida del corazón sencillo y confiado, siempre es escuchada. 
Oremos hoy con humidad y sinceridad a nuestro Dios, con la certeza de que seremos escuchados.
 

En silencio y en verdad ante Dios, acoge lo que el Espíritu susurra en tu interior: las palabras y los gestos de amor hacia los marginados.  

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