Compasión






“Se levantó de madrugada, se marchó al descampado 
y allí se puso a orar…. 
Vámonos a otra parte, para predicar también allí” 
 (Mc 1, 36.38)  

Dos caminos recorre Jesús cada día: sale de madrugada al encuentro con su Abbá, para decirle su amor confiado y su total disponibilidad y se encamina hacia donde haya hombres y mujeres, donde haya historias que sanar, corazones en los que dibujar el gozo de saberse amados.  
Decídete a seguir a Jesús y así aprenderás los caminos de la universalidad y harás tuyas las voces y llantos que hasta ayer sólo pertenecían a los otros. 
 - Señor, que viva mi día a día como la misión que quieres para mí.


Te doy gracias de todo corazón,
Señor, Dios mío,
te diré siempre que tú eres amigo fiel.
Me has salvado del abismo profundo,
y he experimentado tu misericordia.
Me has librado de los lazos de la tentación,
y he experimentado tu misericordia.
Me has hecho revivir, volver al camino,
y he experimentado tu misericordia.
Has curado la fiebre que me impide servir a los hermanos.
Has abierto mis ojos y mis oídos para ver y escuchar a quién me necesita.
Sigue protegiendo mi vida. Sálvame. Confío en ti.

Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo.
Me alegro porque eres piadoso y paciente.
Me alegro porque eres misericordioso y fiel.
Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.

Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro
y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.

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