El Señor se compadecía de la gente, pues andaban como ovejas ese no tienen pastor. En esa compasión encuentra su raíz última el pastoreo que sus discípulos han de realizar hasta su venida definitiva. Realmente la mies es muy abundante y los trabajadores son pocos. Rogad, pues.
Jesús siempre en camino, entre la gente, escuchando sus penas, compadeciéndose de su dolor, levantando el desánimo, dando vida. Nos invita a continuar la tarea de curar heridas, acompañar a quienes se sienten solos, abandonados, extenuados por el dolor, abatidos por las guerras.
Jesús recorre, sana, llama y envía. Su mirada compasiva revela nuestra miseria: ovejas sin pastor, campos listos para la siega, pero pocos obreros. Nos urge anunciar el Reino, sanar, liberar.
y enviadas a curar las heridas del desamor.
Muévenos a colaborar con otros
para construir la casa común más humana.
Jesús nos pide una respuesta concreta ante su llamada: necesitamos obreros para una mies que es muy abundante. ¿Rezo a menudo por las vocaciones, o pienso que eso es “un problema de otros”?
Jesús confía en personas generosas que dan y se dan para la misión. Seguidores compasivos ante las dolencias de la humanidad. Trabajadores que cuiden y curen. Que proclamen el reino de los cielos. Desde la gratitud y la gratuidad.
Llamados y enviados con una mirada de compasión, que nos mueva a hacer algo por los demás, a mojarnos en procesos de cuidado, justicia y transformación de la realidad. Que haya menos hermanos 'cansados, extenuados', perdidos, solos, sufriendo. Estamos llamados a acudir a cuidar y curar al que sufre, forma parte de nuestra identidad. La gratuidad también forma parte de nuestra identidad.
“Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis.” Es tiempo de volver a soñar. Si la realidad aplasta muchas ilusiones, y recorta brotes renovadores, Dios sigue alentando en cada corazón el vivir en plenitud. Nada tiene que ver con facilidad o confort. Vivir no es sestear plácidamente flotando sobre el tiempo. Plenitud es mirar la enfermedad y confiar. Es ver la muerte y saber qué no es definitiva. Es sufrir la lepra y ser capaz de besarla. Es decirle a los demonios que se piren por ahí. Que nos dejen en paz disfrutar la alegría en puñados de a cien.
Ven Señor Jesús para que podamos sintonizar con tu compasión
y hacernos compasión para nuestros hermanos.
Ven Señor Jesús para que miremos con tus ojos la mies ya madura
y trabajemos para que no se pierda por descuido.
Ven Señor Jesús para que sintamos la seguridad de ser escuchados
en nuestras plegarias por todos los hombres.
Ven Señor Jesús para que en comunión de amor con tu palabra
seamos fieles testigos de tu amor en medio del mundo.
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