El heraldo de Cristo




Se enteraron sus vecinos y parientes 
de que el Señor 
le había hecho una gran misericordia, 
y la felicitaban”  
(Lc 1,58)   

¡Qué hermoso gesto! 
Los vecinos de Isabel se enteran de lo bueno que ha sido el Señor con ella y se acercan a compartir su alegría. 
Acércate a compartir la alegría de los que viven cerca de ti. Amar la alegría de los demás es una forma preciosa de dar gloria a Dios.   

Con los gozos de mis hermanos, me gozo. 
Con los éxitos de mis hermanos, me alegro. 
Con todos te alabo y te bendigo, 
te doy gracias a Ti, 
que haces maravillas.  



"Juan es su nombre" 
(Lc 1,60).


Liturgia bizantina
En este día nace el gran Precursor,
nacido del seno estéril de Isabel.
Es el más grande entre los profetas;
Nadie más surgió como él,
porque es la lámpara que precede a la claridad suprema
y la voz que precede al Verbo.
Conduce a Cristo la Iglesia, su novia,
y prepara para el Señor un pueblo escogido,
purificándolo por el agua con vistas al Espíritu.

De Zacarías nace esta joven planta,
el más bello entre los hijos del desierto,
el heraldo del arrepentimiento,
el que purifica por el agua a los que se extraviaban,
el precursor del anuncio de la resurrección
de entre los muertos,
y que intercede por nuestras almas.

Desde el seno de tu madre, bienaventurado Juan,
fuiste el profeta y el precursor de Cristo:
te estremeciste de alegría
viendo a la Reina acercarse a la sierva
teniendo ante ti al que el Padre engendra sin madre desde toda eternidad.
Tú que naciste de una mujer estéril y anciana,
según la promesa del Señor,
ruégale que tenga misericordia de nuestras almas.


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