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¡Por los frutos, lo reconocerás!

 


«El que blasfeme contra el Espíritu Santo 
no tendrá perdón jamás».
 (Mc 3,22-30).

No hay condena mayor que aquel que se aleja y maldice el día en el que el Señor le dirigió la mirada y le envió el Espíritu para tener vida. Blasfema contra la vida, las personas y contra sí mismo

Los escribas confunden a Jesús con Belzebú. Un error que denota el alejamiento de la bondad y verdad. El demonio siembra división, ruptura, destrucción. Acusan a Jesús de magia, dicen que es enemigo de Dios porque libera al ser humano. Esto es insultar al Espíritu, eso es actuar de mala fe. El Espíritu sopla donde quiere, pero se hace presente donde hay liberación, entrega, creatividad, vida compartida.


Las blasfemias contra el Espíritu Santo no nos permiten reconocer y distinguir el don de Dios. Nos distancian de Él.

Blasfemar contra el Espíritu Santo es oponerse a su acción vivificadora, santificadora, creadora de comunión.  La violencia, la división y la muerte al diferente, que piensa y cree distinto, son signos claros de blasfemia contra el Espíritu Santo. Los ungidos desean la paz.


Activa tu olfato espiritual, y discierne, cuándo actúa el Espíritu Santo en ti. ¡Por los frutos, lo reconocerás!

 Jesús, gracias por tu confianza.
No pretendo grandezas que superen mi capacidad.
Pero si quieres que mi vida sea reflejo de tu amor…
 ¡Hágase! ¡Aquí estoy! ¡Bendito seas por siempre!


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