El metro

 


"¿Se trae la lámpara para meterla debajo 
del celemín 
o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero?"
(Mc 4,21-25)

Si se nos regala luz y sentido para afrontar la vida, es importante compartirla. No podemos ocultar talentos, capacidades, y todo lo que pueda ser útil para los demás. No es lo mismo brillar, deslumbrar, que iluminar. La luz que tenemos cada uno ayuda a salir de la oscuridad a los que viven en tinieblas y sombras de muerte.

Jesús es la luz que es puesta en el candelero para iluminar a todos y vencer a la tiniebla. Cada cristiano, con Cristo, es portador de la luz de la fe, la esperanza y la caridad. El evangelista Mateo nos dice:


"Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos"
(Mt 5,16).

No esconder lo que somos. Mostrar al mundo la verdadera luz. Alejarnos de todo aquello que la empequeñece. Ser testigos de esa luz siendo luz para los demás. Mostremos en medio del mundo que se puede vivir y ser de otra manera. Llamados a ser luz para otros. Estamos llamados a ser luz para otros. Que no sea nuestra luz, sino que nuestra pequeña 'llama' llene el mundo de la suya.

La luz no existe para ocultarla, sino para iluminar. Para mostrar, para alumbrar en un buen lugar. Luz que ponga al descubierto oscuridades. Luz que revele lo oculto. Luz que descubra nuestras sombras. Luz que ensanche nuestras medidas.

"La medida que uséis la usarán con vosotros".  Sería sencillo conducirse en la vida teniendo en cuenta esta sabia afirmación, que deriva de una antigua regla moral: trata a los demás como quieres que ellos te traten. Cuando esta regla no se cumple surgen todo tipo de injusticias. Pero cuando se cumple, se humaniza la vida.

Hazte con el metro del amor, del perdón, de la misericordia... te llevarás una gran sorpresa cuando misas tu vida, tu mundo, tu gente... con este metro tan especial... Siembra para que crezca y se multiplique...

La ecuación es muy simple. Si te gusta que te perdonen, perdona también a los demás. Si te gusta que te traten bien, trata bien a los demás. Si te gusta que valoren lo que haces, valora lo que hacen los demás. Si te gusta que te respeten, respeta a los demás, habla tú bien de los demás. Es muy sencillo. Si te gusta que hablen bien de ti a tus espaldas, trata a los demás tal y como te gusta que te traten a ti. @ferminnegre

Un mar de fueguitos

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia,
pudo subir al alto cielo.
Y a la vuelta, contó.

Dijo que había contemplado, desde allá arriba,
la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso –reveló–.
Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos
y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros, otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca, se enciende.


Eduardo Galeano (El libro de los abrazos)

 

 



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