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"Sígueme".




“El que pierda su vida 
por mi causa la salvará” 
(Lc 9,22-25)  

"Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él... es tu vida". (Dt 30,15-20)

Elijo la vida.
Elijo el bien.
Elijo la bendición.
Elijo a Cristo.
Y si me desvío, si mis fuerzas flaquean, si caigo en tentación, me acojo a la misericordia de Dios que una y otra vez me hace renacer.

Si me falta Dios, me falta el aire.
Sin Él no puedo respirar.
Ya no sé vivir de otra manera.
Confieso que yo sola no puedo.
Que necesito oración y comunión.
Que solo en Él encuentro sentido y fortaleza.
"Sólo Él, mi Dios, que me dio la libertad, solo Él, mi Dios me guiará."



Sígueme... no importa tu fragilidad... cuento contigo... haremos grandes cosas juntos.
Tan solo, sígueme.

Frente a vivir para nosotros mismos, buscando el placer efímero de lo inmediato y rechazando aquello que nos incomoda, Jesús nos propone su forma de vivir y de amar, aceptando la voluntad del Padre y saliendo al encuentro del otro; un amor que vence a la muerte.



El camino que propone Cristo no es sencillo.
No está exento de sufrimiento. 
Sepamos sobrellevar con gozo las contrariedades y dificultades que forman nuestras cruces particulares de cada día.

Señor,
¡qué difícil es no intentar
guardar la propia vida!
A fin de cuentas es lo único que tenemos.
Quizás no hemos entendido aun que nuestra vida no es nuestra sino tuya,
que somos un regalo,
que nos quieres incondicionalmente,
que somos creados por ti a tu imagen y semejanza.

Pretender guardar la propia vida
es quizás un modo de expresar
nuestro deseo de que no pase el tiempo,
de que no nos hagamos mayores,
de que queremos vivir sin final,
de que nos asusta el misterio de la vida.

Señor,
perder la vida se puede perder por muchas razones: por irresponsabilidad,
por egoísmo, por imprudencia,
por desgaste, por hacer demasiadas cosas…
Pero tú quieres que la perdamos para ganarla, nos recuerdas
que hay que morir para resucitar,
que hay que comprometerse con la vida para que la vida sea plena,
que hay que gastarse
para que nuestra vida dé frutos.

Señor,
haz que no pretenda tanto guardar mi vida como perderla,
preservarla sino ponerla al servicio
de los otros,
poseerla sino entregarla generosa
y confiadamente.
Sólo así viviré con hondura
según tu voluntad.
Que así sea.




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