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Fuente de gozo

 


“Como el Padre me ha amado, 
así os he amado yo: permaneced en mi amor… Que mi alegría esté en vosotros” 
 (Jn 15, 9-11)


“Permaneced en mi amor”
Lo fácil es amar un momento, lo difícil es saberse amado y amar constantemente, saber que amas sin descanso, con fuerza porque vives en el corazón de alguien con el que estás tan íntimamente unido que nada te separará, ni la tribulación ni el desencanto.

Permanecer en el amor para descubrir la alegría que nos regala Jesús. La que da la relación con Él. No se compra, no se gasta, no es impostora ni mediocre. La alegría que Jesús nos da está llamada a la plenitud y empieza ya aquí. No hay tristeza, dificultad, contrariedad o dolor que la pare. Es una relación de amor y amistad. Alegres de sentirnos queridos. Él es fiel, es una alegría sin dudas, que permanece. Él lleva la iniciativa, alegres de responderle. Es una alegría plena, en cada momento, siempre, ahora. Esa relación afecta a todo lo soy, hago y vivo. No la puedo separar de mi historia. Una alegría plena que afecta directamente a la esperanza con la que vivimos, la que transmitimos.


La alegría plena es estar con Él. Permanecer en su amor. Cuidar y cultivar la relación con Él, la amistad que nos une, el amor que nos da y al que respondemos.

 
Señor Jesucristo, Fuente de amor y alegría, 
gracias por amarme con el mismo amor 
con el que el Padre te ama a ti.
Señor, ayúdame a permanecer en tu amor 
para que mi vida refleje tu alegría y tu paz.
Ayúdame a permanecer en este amor cada día, 
buscando no solo entenderlo con mi mente, 
sino vivirlo en mi corazón y mis acciones.
Que mi obediencia a tus mandamientos 
sea una respuesta de amor 
que profundice mi conexión contigo.
Amén.
 


"Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud."
Vivir con alegría plena suena a utópico, a inalcanzable. Porque nuestros días recorren la intermitencia de buenos y malos momentos, de buenas y malas noticias. De preocupaciones crucificadas y de espacios gozosos. Quizá la plenitud no venga de la eliminación de lo negativo, sino de lo acompañados que nos sentimos en los momentos difíciles. Lo contrario de la alegría no es la tristeza, es la soledad. Porque una tristeza acompañada, se convierte en esperanza y gratitud. Vivamos la alegría de saber que nunca estamos solos.

Dios es alegre y quiere compartir con todos la danza de su corazón. Jesús es la gratuidad total. Distribuye a manos llenas la verdad. Lo que recibe del Padre nos lo da. Nos entrega el Espíritu para que nuestra alegría llegue a plenitud. Busca hoy en el trato de amistad con Jesús la fuente de tu gozo y comparte el consuelo con los que están faltos de él.

Así eres, un Dios que ama de corazón, 
un Dios que conoces mi corazón y lo sondeas.
Mira Señor, mi corazón, que pongo en tus manos. 
Hazlo conforme a ti, conforme a tu amor.
Que ame como prolongación de tu amor a las personas, 
a las que quieres llevar a la plenitud de tu amor.
 

 

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