Siempre que se comparte aparece el milagro, se asoma la novedad de Dios en la tierra, se generan hombres y mujeres libres llamados también a compartir. Echa mano al bolsillo y colabora para paliar tanta hambre como hay en el mundo.
Aquí estoy, Señor, en la mesa con mi pan partido.
«Decid a la gente que se siente en el suelo» Solemos pensar cuanto más cuesta algo es más importante. Los gestos de Jesús parten desde la sencillez de la vida: sentarse en el suelo, compartir un trozo de pan, en definitiva, crecer en la confianza en Dios desde la vida cotidiana.
"Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió." Jesús valora nuestra pobre aportación. Un niño tiene cinco panes y dos peces. Insuficiente, escaso e incluso ridículo para alimentar a cinco mil hombres. No es nada, pero para Jesús es útil. Nuestros cálculos humanos no impiden que Dios multiplique. Si cada uno pone su poco, Dios, con su gracia, derramará la abundancia. Pero cuenta con nuestro poco. Los recoge, los bendice, los agradece y los reparte. Recoger, bendecir, agradecer y repartir. Verbos que nos hacen vivir resucitados en medio de lo real. Si en vez de recoger rechazo. Si en vez de bendecir, maldigo. Si en vez de agradecer, exijo. Y si no lo reparto sino que me apropio, la vida se convierte en un infierno. Dios puede hacer tantos milagros si le ofrecemos lo poco que somos y tenemos. No era mucho, parecía insuficiente, no creían que iba a solucionar nada... pero en la manos de Jesús llega para todos y sobra. Jesús es quien nos transforma para llegar a muchos más. No nos asuste nuestro poco ni ponernos en sus manos... Él hará que desaparezca nuestro miedo, nos dará fuerzas para poder amar y servir más y mejor a los que se acerquen a nosotros con una necesidad. En las manos del Señor todo cambia, lo poco se convierte en mucho. Un detalle es capaz de multiplicarlo en una amistad para siempre. Un pequeño sí en un proyecto de vida nuevo. Una disponibilidad en un agradecimiento eterno del que sufre.
Con nuestros 5 panes y nuestro par de peces. Dios puede seguir multiplicando la vida en favor de los demás. Con nuestro poco, Dios puede hacer tantos milagros
«Decid a la gente que se siente en el suelo» Solemos pensar cuanto más cuesta algo es más importante. Los gestos de Jesús parten desde la sencillez de la vida: sentarse en el suelo, compartir un trozo de pan, en definitiva, crecer en la confianza en Dios desde la vida cotidiana.
"Que nada se pierda". Incluso en los momentos que te sientas roto, perdido, que no vales nada... Jesús te vuelve a llamar, no quiere que nada sobre, que nada se pierda... Qué bien vienen esas palabras del papa Francisco: TODOS, TODOS, TODOS...
Tras la multiplicación de los cinco panes y dos peces, con los que pudieron comer cinco mil, todos reconocían que aquel era el Profeta que iba a venir al mundo. Y como quisieron hacerlo rey por motivos puramente interesados, él se retiró a un monte él sólo. Su misión era distinta
Luz de tu resurrección.
La luz de tu vida ofrecida.
La luz en tu nacimiento.
La luz cuando recibes el bautismo,
la luz del espíritu sobre ti.
La luz que transforma
donde comienza a manifestarse tu gloria, llena de luz.
La luz del sermón del monte,
donde nos invitas a vivir en tu bienaventuranza.
Tu luz transfigurada.
La luz de tu cuerpo entregado en la eucaristía.
Tu luz, Señor, mi salvación.
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