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Camino que conduce al cielo

 


«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí»
.
 
(Jn 14,1-6).


No se turbe el corazón. No sea el miedo quien domine. La incertidumbre encuentre espacio. La desconfianza gane terreno. La fe en Dios Padre y en Jesús sea nuestro cimiento. Tenemos nuestra morada preparada en la casa del Padre. Estamos destinados a estar con él.

“Yo soy el camino y la verdad y la vida” Y ante esta proclamación sólo nos queda ponernos a caminar sabiendo que buscamos la verdad que nos ilumina y llena la vida, de fe y confianza para hacer el bien y ser testigos de que creemos en un Padre que nos acoge con amor.

Estamos siempre tentados a tomar otros caminos: quizás más fáciles, o creemos que son atajos que ayudan para alcanzar la meta. Jesús nos revela que Él es el camino, la verdad y la vida. Que es imposible acceder al Padre si no es a través de Él. Sin Jesús no llegamos al Padre.


Vamos con Él y a Él. Vivimos en Él y por Él. Somos a su lado, caminamos con Él para que nuestro corazón arda con su Palabra. Vamos a su lado hacia el encuentro maravilloso con el Padre que al producirse nos cambiará la vida para siempre.

 

 

Él se propone como Camino, no hay otra manera mejor de ir al Padre, de buscarle, de poder encontrarnos con Dios que Él.

 

Cuando andamos perdidos, Tú eres el camino. Cuando se extiende la mentira, Tú eres la verdad. Cuando matamos la vida, Tú sigues siendo la vida.
Eres el camino que se nos ofrece recorrer. Eres la verdad que hay que atreverse a encontrar. Eres la Vida que se nos invita a descubrir. 
Nosotros por comodidad o por miedo, elegimos atajos, justificaciones, o distracciones. Regálanos nacer de nuevo.
Danos la gracia de desaprender,  de atrevernos a vivir cada día de tu mano. Sólo por hoy te pido la posibilidad  de no vivir en el control y el cálculo,  sino en la inocencia de quien se atreve a acoger las personas  y las circunstancias desde la confianza 
de que tú acompañas todos nuestros pasos.
Señor Jesús, guíanos por tu camino de verdad y vida,  y fortalece nuestra fe en los momentos de duda.
María, madre de la vida,  acompaña el caminar de sus hijos  y cobíjanos en su regazo maternal. Da paz a la humanidad.

 

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